Julius Evola. Septentrionis Lux


Sobre las corridas de toros
diciembre 28, 2009, 7:38 pm
Filed under: Cultura y pensamiento, Eduard Alcántara

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La búsqueda del placer como fin en sí mismo no suele enaltecer a quien lo practica, sino que lo habitual es que lo degrade. El hedonismo puede estar centrado en una actividad tan recurrente como la sexual o en la mera actividad de cazar o de pescar por simple afición, por el disfrute de hacerlo y no por buscar alimento necesario para la supervivencia o, como sucedía en tiempos pretéritos en muchos casos de caza, para entrenarse para la guerra. Loamos, pues, las revolucionarias medidas tomadas durante el III Reich de, en un principio, restringir severamente ambas actividades y,  finalmente, prohibirlas totalmente.

El cientifismo negador de cualquier Realidad que se encuentre fuera de sus limitaciones cognitivas y que anteponga cualquier posibilidad de progreso material a los principios de la ética, también sufrió un duro revés cuando la Alemania nacionalsocialista prohibió –caso único en el mundo- la experimentación científica con animales vivos: la vivisección.

Hay muchos de nosotros que se oponen a las corridas de toros siguiendo con esta defensa ética de los animales y lo que se va a pretender en este escrito es precisamente lo contrario. Esto es, echar un capote a favor de la tauromaquia.

Podríamos empezar hablando de lo que representa el toro bravo para la identidad de algunos países como España, donde encontramos su cabeza o su cuerpo entero esculpidos en diferentes soportes desde hace, incluso, varios miles de años y en donde es indisociable de multitud de fiestas y de todo tipo de tradiciones locales a lo largo y ancho de toda su geografía.

Pero hasta podríamos recurrir, y recurriremos, a argumentaciones sacras para defender la tauromaquia, puesto que probablemente representa un vestigio de ritos sagrados de épocas ya alejadas en el tiempo.

En los mitos y leyendas de las diferentes tradiciones de los pueblos indoeuropeos siempre fue un tema recurrente el de la lucha de dioses o héroes contra titanes, gigantes, ciertos animales y todo tipo de monstruos.  Lucha que simbolizaba el enfrentamiento cósmico del Espíritu contra la Materia o la disputa que en el interior del hombre acaecía entre las fuerzas que tienden a llevarlo hacia lo alto y las que pretenden arrastrarlo hacia lo bajo.

En Persia, un pueblo indoeuropeo como el iranio representó esta lid metafísica enfrentando al dios-héroe solar Mitra y al toro. El toro adquiría el papel de las  pasiones, de los bajos instintos, de la sensualidad y de la animalidad que impiden el triunfo y el imperio de la esencia divina que anida en el interior del ser humano. De este duelo mitológico salió victorioso el dios que, al matar al toro, hizo que la Luz se impusiera sobre las Tinieblas.

Mitra entró a formar parte del panteón romano gracias, sobre todo, a que miles de sus legionarios acabaron adoptando el mitraísmo en sus prácticas religiosas, atraídos por los atributos de lucha, guerreros, representados por el dios.

Uno de los ritos más importantes que tenían lugar en los templos consagrados a esta divinidad tenía que ver con ceremonias iniciáticas en las que –representando a Mitra- el oficiante  sacrificaba a un toro, cuya sangre caía, a través de una especie de rejas que hacían de suelo, sobre un iniciado en estos cultos que se hallaba situado en un piso inferior.

El recuerdo, quizás bastante inconsciente sobre su significado, de este ritual de sacrificio seguramente dio pie al inicio del hoy también conocido como Arte de Cúchares; esto es, de las corridas de toros. Arte que, tengámoslo en cuenta, es propio de zonas –España, Portugal y sur de Francia- que habían formado parte del Imperio Romano.

Pero también podemos defender la tauromaquia cambiando visceralmente de argumentos. Pues si la mayoría de sus detractores lo son debido a los supuestos sufrimientos que puede padecer el astado, nosotros les recordaríamos que el toro de lidia nace para la pelea, se prepara para ella en las dehesas enfrentándose a otros machos, movido por su naturaleza combativa o para poder tener la exclusividad de la procreación con las hembras, y, por tanto, vive su acontecer en el coso taurino como una puesta en práctica más de sus atributos innatos. La bravura con la que embiste dispara unos niveles de adrenalina que, a buen seguro, le hacen prácticamente insensible al dolor. Extrapolando la situación al ser humano, y con el objeto de hacer más comprensible lo que acabamos de exponer, ¿quién de nosotros no habrá recibido alguna vez un fuerte golpe, en el transcurso de una pelea, que nos haya causado un fuerte traumatismo o hematoma debido a la violencia del mismo y que en el instante de haberlo recibido apenas nos dolió o, incluso, no lo notamos en absoluto? Algún caso recordamos de alguna víctima de agresión, protagonizada por varias personas, comentando posteriormente que el navajazo recibido, y no visto, fue confundido, en el momento de ser víctima de él, con una patada.

¿O no hemos leído alguna vez relatos bélicos de alguna contienda histórica en los que el soldado que recibe un balazo, o varios, siempre afirma sentir sus impactos no como aguijonazos agudos de dolor sino como golpes no especialmente dolorosos? Pues bien, si la adrenalina consigue estos efectos analgésicos en el hombre, ¿qué efectos no conseguirá en un animal nacido y criado para la brega como lo es el toro bravo?

¿Embestiría el cornado más de una vez al picador si sintiera un fuerte dolor al clavársele la pica? ¿O, más bien, deja de embestir cuando empieza a agotarse? Aun así, agotado, han de aparecer los peones para distraerle la atención del caballo del picador y alejarlo hacia otras zonas del ruedo.

¿Preferiría un guerrero que lo fusilasen a sangre fría o morir en el fragor del combate para el que se ha ido preparando? ¿No es más digno que el toro de lidia deje su vida embistiendo hasta el último momento a que sea sacrificado fríamente en un matadero? ¿Es digna, por ejemplo, la matanza del cerdo?:  y a nadie hemos oído protestar contra ella…

Al toro de lidia se le cría con el objetivo de que algún día llegue al coso y para este menester tiene el premio de gozar de una vida privilegiada, campando libremente por las dehesas. ¿De qué otros animales que se encuentran bajo la égida del hombre se puede decir lo mismo? ¿De las gallinas que son engordadas, a lo largo de toda su infeliz existencia, en la inmovilidad de un cajón en las modernas granjas avícolas?

¿De los pavos que son enterrados, de por vida, hasta el cuello para también engordarlos al máximo y obtenerse, así, un voluminoso hígado del que obtener cuantioso foie-gras?

Finalizaremos estos párrafos preguntándoles a los que se oponen a las corridas de toros con el argumento de que lo hacen por ser defensores de los animales lo siguiente: ¿pretendéis defender al toro de lidia acabando con él? Pues es obvio de que con el fin de la tauromaquia desaparecería el toro bravo. Ya no serían cruzadas las hembras con los machos más bravos. Sólo interesaría criar astados mansos, encajonados cual gallinas para provocar su antinatural engorde. ¿Se imaginan un país como España en el que su animal emblemático ya no se identificara con la enhiesta y arrogante figura del toro bravo sino con la de lánguidas vacas mansas, cual vacas suizas…?

 

Eduard Alcántara

eduard_alcantara @hotmail.com


14 comentarios so far
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Muy bueno. Ya era hora de que alguien lo dijera.

Comentarios por Stahlgewitter

Se agradece -entre tanto antitaurino como aflora hoy en día- el recibir el apoyo de alguien que comprende las raíces más profundas de las corridas de toros.

Comentarios por Eduard Alcántara

Me sumo a la necesidad de este artículo.

A menudo no se tiene en cuenta a la tauromaquia como símbolo de identidad de los diferentes Pueblos de la península ibérica. A ello no ha contribuído el rancio españolismo.

Sobre el orígen guerrero o de trásito en entre la niñez y la madurez habría que añadir el posible origen cinegético incluso agrario prerromano.

En cualquier caso tampoco me importaria que la tauromaquia se adaptase a formas menos sangrientas, pero parami, no es una condición sine qua non para su supervivencia.

Gracias por el artículo que me es especialmente cercano al haber vivido durante muchos años el asunto en vivo y como algo cercano.

Comentarios por AsambleaID

En tal línea identitaria, tanto de los pueblos de nustra Península como de Europa, se halla el escrito reciente reciente de Ernest Milà: http://infokrisis.blogia.com/2010/011901-en-defensa-de-nuestra-identidad-corridas-de-toros-i-de-ii-.php
En los ritos mitraicos desde los que puede arrancar el toreo hay que hablar ciertamente de Iniciación con miras a la consecución de estados Superiores de Conciencia.
Nos alegra de que nuestro escrito haya sido de tu agrado.
Saludos:
Eduard Alcántara

Comentarios por Eduard Alcántara

No quiero ser aguafiestas ni parecerlo, desde nuestro desconocimiento nos adherimos a la tauromaquia. Sea como sea en el caso del Mitra persa, advertidos como estamos sobre la genesis oscura de la civilizacion persa y la inconveniencia de la «arqueologia» tradicional, nosotros mismos evitamos referirnos a tradiciones muertas para fundamentar nuestras posiciones.
Saludos:
Lautaro.

Comentarios por Lautaro

El mitraísmo representa un tipo de Espiritualidad solar, iniciática, heroica y guerrera.

Comentarios por Eduard Alcántara

Es para mí muy esclarecedor tu artículo. Si bien sentí siempre en el fondo de mi mismo que algo de sagrado había en esa práctica, no lo llegaba a «entender como tal» dejándome llevar por lo racional-emocional judeo-cristiano, es decir falso. Me queda solo esta restricción: nunca he oído un comentario «popular» que vise ese aspecto más elevado de la Tauromaquia con posibilidades de llegar al «publico». No descarto que grandes pensadores españoles le hayan dado un lugar destacado en ese sentido, pero en general veo que su practica es «vulgarizada» como un deporte de masas, lo cual termina sin ennoblecerlo y sí degradarlo.

Comentarios por Eduardo Antonio Paz

El que, como literalmente afirmas, nunca hayas «oído un comentario ´popular´ que vise ese aspecto más elevado de la Tauromaquia» resulta lógico en un mundo que hace ya tanto tiempo que dejó de tener sus referentes en lo Alto y que, por ello, sólo conoce de lo efímero, del devenir, de lo emotivo, de lo pulsional y de lo sensitivo; es por esto que que la superficialidad que define a dicho mundo moderno le impide ver más allá de las cáscaras y le inhabilita, pues, para ahondar en orígenes profundos y, como es éste el caso, de corte Espiritual. Como excepción a este desierto interpretativo del toreo como un ritual de origen sacro podríamos encontrar los 3 capítulos que Fernando Sánchez Dragó le dedica a la -tal como a su autor gusta decir- ´tauromagia´ en su obra «Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España».
Saludos:
Eduard Alcántara

Comentarios por Eduard Alcántara

Saludo a todos. Aprovecho la oportunidad que el autor me da al colocar esa información sobre la prohibición del Reich de hacer vivisecciones, para preguntar si alguien puede orientarme para conseguir el filme «Dr.Muerte» así como otros trabajos que prueben la mentira sinárquica montada sobre la tan mentada, «crueldad nazista», Dr. Menguele y sus «laboratorios del terror», etc.
Quien quisiera ayudarme en esta tarea, puederesponder por esta vía y/o por mi correo personal. Muchas gracias a todos.

Comentarios por Eduardo Antonio Paz

Lamento no poder echarte una mano en esta petición tuya. Desconozco cómo tener acceso a dicho film.

Comentarios por Eduard Alcántara

Las fiestas taurinas están tan vetustamente arraigadas en Cataluña como en el resto de España. No olvidemos la multitud de municipios catalanes donde se celebran, en sus fiestas mayores, ´correbous´ (encierros) o tradiciones como la del toro ´embolat´ (con fuego en la punta de los cuernos gracias a una resina que se les coloca allí y que es encendida). Asimismo, anteriormente a la inmigración que llegó a Cataluña masivamente durante los años ´50 y ´60 de la pasada centuria nos encontramos con el hecho de que durante el primer tercio de dicho siglo XX Barcelona era la capital mundial del toreo, con tres plazas de toros, simultáneamente, a pleno funcionamieno y registrando llenos de asistencia: la de la Monumental, la de las Arenas y otra situada en la C/ Industria. Se toreaba, en ellas, en sesiones de mañana y tarde los domingos, jueves y, en determinadas épocas del año, se añadían (si la memoria no me falla) los lunes y, en ciertas festividades, el resto de días de la semana. Hablo de una época en que los únicos inmigrantes que había en nuestra Cataluña eran los murcianos que habían llegado a principios del citado siglo. Y, más todavía, si nos remontamos más allá en el tiempo a épocas en que absolutamente toda la población de Cataluña era, desde tiempos más que remotos, autóctona podríamos recordar que alguna revuelta popular de aquéllas conocidas como ´bullangues´ (o bullangas) arrancaron desde la plaza de toros que se hallaba situada, más o menos, donde hoy se encuentra el Passeig de Colom (Paseo de Colón), cerca del barrio de la Barceloneta. Estoy hablando del año 1.835 y estoy hablando de que tras acabar una corrida de toros en una plaza atestada de público éste salió enfierecido y empezó a incendiar conventos (el de Sta. Catalina entre otros) e iglesias a mansalva. Estas bullangas solían mezclar indignación por los precios del pan con un anticlericalismo azuzado por las logias masónicas y carbonarias que tantos seguidores tenían en la Barcelona de entonces. En el caso de ésta de 1.830 se hizo correr la voz de que unas monjas habían envenenado a unos niños con caramelos…
Si me ha bailado algún dato se puede subsanar y obtener toda esta información consultando (para lo comentado de Barcelona como capital mundial del toreo) el libro “Los catalanes en la guerra de España”, de José María Jordana y editado por Acervo y (para lo de las bullangas) el libro “Misterios de Barcelona”, de Ernesto Milà y editado por PYRE.

Comentarios por septentrionislux

En lugar de «desprestigiar a Cataluña por tener ese espectáculo como propio», las corridas de toros deberían prestigiar a Cataluña o a la comunidad que sea allá donde se celebren o celebrasen, pues hacen posible que el toro sea el animal, de entre aquellos que los humanos acaban comiéndose su carne, más privilegiado y mimado, ya que:
A) No es friamente matado en el matadero.
B) Muere peleando, es decir, dando rienda a su naturaleza de animal de lidia.
C) Su sufrimiento es ridículo al minimizarlo, a su mínima expresión, la gran cantidad de adrenalina que segrega -cosa que no ocurre, apenas, en el matadero- durante su lidia en la plaza de toros.
D) Goza de una vida privilegiada: no estabulado, sino libre en dehesas y con disponibilidad abundante de hembras a su alrededor por tal de que su casta se transmita, en buen número, a otras generaciones.
Por todo cual, y por algunas razones más, manteniendo las corridas se demuestra gran sensibilidad hacia el toro y esto tendría que darle prestigio a las comunidades y/o países que defiendan esta fiesta.

Comentarios por septentrionislux

Se hace bien en recordar que «también hay que decir que el paté que se fabrica con el hígado de los patos,las fiestas que en algunos pueblos hay dónde se tira a una pobre cabra desde un campanario,los galgos que son ahorcados por los cazadores que los matan después del final de la temporada de veda,las focas que son salvajemente apalizadas para conseguir abrigos de pieles con los que algunas «señoras»luego visten..etc,etc.», y se hace bien en recordar todos estos ejemplos porque muchos de los que esgrimen, con tal de justificar su antitaurinismo, la argumentación del supuesto maltrato que recibe el toro parecen olvidarse de casos como los que tú citas y en los que -sobra decirlo- comparto totalmente tus mismas posiciones. Y si no los obvían, como mucho se acuerdan de ellos de forma muy fugaz (y lo hacen de tanto en tanto no por convicción sino porque de no hacerlo se notaría demasiado que su único problema lo tienen con las corridas de toros). Las principales razones de dicho olvido suelen ser dos:
1) Las posiciones políticas «progresistas» (izquierdistas; y no hablo, precisa y obviamente, del izquierdismo que enarbolan algunos de nuestros foristas) de muchos de estos opositores.
2) El encono antiespañol que caracteriza a otras de estas personas, que ven en la llamada ´fiesta nacional´ una expresión de lo español (cuando, por el contrario el arraigo histórico de esta ´fiesta´ en tierras como la catalana es incontestable; y no digamos en Vasconia: ahora nos viene a la memoria aquel torero -¿o quizás sólo llegó a novillero?- conocido como ´chiquito de Amorieta´-o txikito…- y que no era otro que el que acabó convirtiéndose en uno de los principales miembros -el más conocido- de la, de entonces, ´mesa nacional´ de Herri Batasuna, el ínclito Jon Idígoras).

Comentarios por septentrionislux

Si no se derrama sangre durante la corrida, se derramará después en el frío y anónimo matadero, donde no habrá momentos de gloria para el toro (el reconocimiento de su bravía por parte de los aficionados) ni oportunidad de afrontar la muerte embistiendo, defendiéndose y dando rienda suelta a su brava naturaleza. Su muerte será vacuna y como el de las ovejas ante el lobo (ovina).

Comentarios por septentrionislux




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