Julius Evola. Septentrionis Lux


ENTREVISTA A EDUARD ALCÁNTARA, a cargo de la editorial LETRAS INQUIETAS
febrero 28, 2022, 5:47 pm
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ENTREVISTA A EDUARD ALCÁNTARA, a cargo de la editorial LETRAS INQUIETAS

-¿Qué es el Imperium?

-Para la Tradición la noción de Imperium representa la aspiración de trasladar el Orden cósmico (el Ordo del que se hablaba en el Medievo o el Ritá védico) a las construcciones político-sociales pergeñadas por el hombre. Se trata de hacer del microcosmos un reflejo del macrocosmos. Hablamos de la pretensión de consumar lo que reza el adagio hermético-alquímico cuando expresa que ‘lo que es arriba es abajo’. La armonía que rige en los dominios celestiales -y que tiene su correlato en la música de las esferas de la que ya hablaba Pitágoras- debe regir también en los dominios terrenales. Las fuerzas sutiles –numina– constituyen el nervio del entramado cósmico y al igual que se compenetran de tal modo que armonizan las dinámicas del macrocosmos el hombre debe, mediante el rito sagrado, activarlas para que con su operatividad posibiliten que la armonía que rige en lo Alto rija también aquí abajo en la forma del Imperium o del Regnum, ambos, pues, de carácter sagrado.

-¿Qué implicaciones tiene el Imperium en la Tradición y viceversa?

-Si todo el entramado nouménico tiene su causa primera armonizadora en la fuerza centrípeta que representa el Primer Principio indefinible, indeterminado y eterno (Brahman, para el hinduismo) que se halla en su origen, el Imperium obra de manera similar, pues todos sus componentes actúan e interactúan en armonía «girando» alrededor de la figura del Emperador como eje vertebrador, pues éste está revestido de esa aura sacra que desprende un prestigio, una dignidad superior y una majestas que no requieren, por su naturaleza, de ninguna fuerza coercitiva para mantener la cohesión de los diversos cuerpos sociales, administrativos y territoriales que forman parte de ese Imperium. El emperador, en la Tradición, asume el papel de Pontifex, o hacedor de puentes, entre el mundo Metafísico y el mundo físico. Es clave, pues, en la sacralización de las sociedades de las que es rector y guía. Actúa como catalizador y ejemplo para aquellos que por voluntad y potencial espiritual se aventuran a transitar por el riguroso, metódico y arduo camino de la metanoia, de la transustanciación o remotio interior, de la realización espiritual. Asimismo, a los carentes de dicha voluntad y potencial les hace posible la aproximación, por participación en su proyecto, a las Verdades Trascendentes.

-¿Cuál ha sido la influencia del Imperium en el devenir de la historia en general y de la Hispanidad en particular?

-El Mundo de la Tradición siempre bregó por constituirse en Imperium como la forma más acabada y más completa de organización político-social. Entendió perfectamente que la función imperial era la que con más fidelidad encarnaba y reflejaba los ordenamientos y las armonías de los planos metafísicos de la realidad. Por ello, lo vimos hacerse realidad en latitudes distantes entre sí: en Japón, en China, en Persia, en Roma o en la Europa del Sacro Imperio Romano Germánico. España se topó en América con formas ya degradadas de imperio, cuya supervivencia únicamente tenía sustento en el uso de la fuerza. Se topó con un imperio azteca que había caído en una especie de ritualismo de la sangre, de corte telúrico; interactuaba con fuerzas preternaturales y no sobrenaturales. Se topó, igualmente, con un imperio inca enfocado a cultos de una solaridad decadente, no olímpica. Una solaridad que no derivaba del Principio Supremo y eterno que por su esencia es imperturbable sino una solaridad que nace y muere, que es por ello cambiante y a la que se procura despertar alimentándola continuamente con cruentos sacrificios humanos. Si hacemos un paralelismo con el universo mitológico griego diríamos que el mundo inca no cumplía ritos para activar las potencias del dios solar, inmutable y olímpico Apolo sino del dios del sol Helios, que muere y resucita sin cesar. España devino Imperium y así la Monarquía Hispánica sustituyó las formas disolutas de los imperios amerindios precolombinos por un Imperium fiel a las Verdades imperecederas y eternas de la Tradición. En América, en Europa y hasta en Asia con las Filipinas una Idea Espiritual, la Catolicidad, y la figura que la encarnaba -los diferentes monarcas- mantuvieron la cohesión del Imperium durante tres siglos sin mantener, una vez establecido, apenas fuerzas militares de origen peninsular en los diferentes territorios que lo conformaban, pues la dignidad sacra de la Idea que encarnaba se constituyó en el polo de atracción que lo hizo posible. Su trisecular existencia constituye un hecho quasi milagroso si se tienen en cuenta los tiempos que corrían por aquel entonces en una Europa que había visto alumbrar un humanismo y un antropocentrismo que empujaban al hombre a una especie de solipsismo que le hacía abocarse a mirarse el ombligo y dar la espalda al hecho Trascendente. Una Europa en la que el subjetivismo, el relativismo y la imposibilidad de conocimiento de lo Superior se estaban enseñoreando por mor de la irrupción del protestantismo. Una Europa en la que la razón de Estado (el maquiavélico fin que justifica los medios) se alzaba por encima de consideraciones de orden sagrado o en la que el racionalismo cartesiano del s. XVII y el mal llamado iluminismo del s. XVIII pugnaban exitosamente por laminar cualquier Verdad Superior al no entrar en la comprensión alicorta del raciocinio humano. Aun así, incluso a lo largo del s. XVIII subsistió el milagro del Imperium hispánico o Monarquía Hispánica.

-Tras Roma, el Imperium se manifiesta, bajo tu punto de vista, en el Sacro Romano Imperio Germánico y, posteriormente, en el intento de recuperación del mismo que diseña Carlos V…

-Sí, sin pecar de ligereza argumentativa se puede afirmar que el segundo toma el relevo del primero y el tercero del segundo. El Sacro Romano Imperio Germánico (S.I.R.G.) muestra a las claras esta intencionalidad de continuidad hasta en su misma denominación de ‘Romano’. Representa un intento de restauración del desaparecido Imperio Romano de Occidente. Desgraciadamente, como consecuencia, sobre todo, del resultado de las guerras que enfrentaron, a partir del s. XII, a güelfos y gibelinos -las llamadas Guerras de las Investiduras- el S.I.R.G. se fue diluyendo debido al triunfo del bando güelfo, que acabó arrebatándole la potestas sacra al Emperador. Las consecuencias de ello acabarían siendo funestas, pues desacralizando la cabeza del S.I.R.G. se acabaría desacralizándose, por ósmosis, todos los cuerpos sociales y territoriales que se hallaban bajo se égida y se iría, acelerando, de esta manera, todo un proceso de decadencia que no ha tenido apenas freno hasta nuestros deletéreos días. Si acaso el único freno lo puso Carlos V con su proyecto de Monarquía Universal que, para empezar, vivificara los restos anodinos y sin alma que habían quedado de lo que fue el S.I.R.G. y que, además, no solo restaurara este en su territorio original sino, lo que es más importante, en su ser constitutivo, que no fue otro que el de su esencia Espiritual en la forma de la Catolicidad; de ahí, por ejemplo, su empeño en acabar con el cisma protestante y su no conformismo de mero devoto católico ante las políticas infames del Papa Clemente VII, tal como demostró con il Sacco di Roma de 1.527; ¿acaso un resabio gibelino del emperador Carlos ante el güelfismo simbolizado por el Papado? Podemos, pues, trazar eslabones que unen al Imperio Romano, al S.I.R.G. y al Imperio Hispánico.

-Tradición contra el mundo moderno. ¿Qué es uno y qué es otro?

-Tradición es vivencia enfocada hacia lo Alto. Por ello las estructuras y organismos político-sociales se sustancian y se concretan de manera que posibiliten al hombre vivir en consonancia con lo Trascendente, hasta en su más nimia cotidianidad; cada accionar suyo se constituirá, así, en una suerte de rito. La Tradición actúa como si se tratase de una fuerza que sacraliza la existencia terrenal. La Tradición, por su esencia, sacra, es atemporal y se puede, por ende, manifestar y concretar en cualquier momento del devenir de la historia del hombre, aunque, ciertamente, conforme más omnímodamente hegemónico se hace el kali-yuga, del que hablan los textos sapienciales indoarios -o la Edad de Hierro, a la que aludió el griego Hesíodo-, más arrinconada se halla la posibilidad de que acontezca en alguna latitud una Restauración del Orden Tradicional.

El mundo moderno, por contra, representa el triunfo de la materia frente al Espíritu. En un primer momento su preponderancia no es total pero paulatinamente, en ocasiones con bruscos acelerones, su hegemon resulta cada vez más asfixiante y alienante. Nunca como ahora el mundo fue tan burda y extremadamente materialista, pero, como hemos señalado respuestas arriba, la postración actual ha sido el resultado del accionar de una serie de factores y procesos de disolución, tales como el humanismo, el antropocentrismo, el protestantismo, el relativismo, el racionalismo, el positivismo, la Ilustración o/y las revoluciones liberales y comunistas, los subproductos culturales como el evolucionismo darwinista, el utilitarismo o el psicoanálisis hasta desembocar en el actual vertedero, consumista, individualista, nihilista y de relativismo y subjetivismo integrales de la postmodernidad.

Véase, por todo ello, que el único antídoto integral para enfrentar al corrosivo y disolvente mundo moderno es el Mundo de la Tradición.

-¿En qué se diferencia el Imperium del imperialismo ejercido, por ejemplo, por Estados Unidos?

-El Imperium hemos visto que tiene un basamento Metafísico, mientras que el imperialismo lo tiene material, sea este con miras de dominio meramente expansivo-territorial o sea con fines económico-mercantilistas. El Imperium pretende crear civilización y el imperialismo se mueve con pretensiones expoliadoras y explotadoras de recursos materiales (energéticos, alimenticios,…). El imperialismo inglés, el holandés o el francés mostraron un más que evidente carácter colonialista, consistente en el expolio por parte de la metrópoli de los recursos de las colonias y en la no industrialización de estas para que no tuvieran más remedio que comprar los productos elaborados en las industrias de la metrópoli. Como botón de muestra, en el caso inglés se llegó al extremo de destruir los telares de la India o a cortar los pulgares de las tejedoras de Ceilán para cercenar de cuajo cualquier posible competencia textil con las industrias metropolitanas. Donde las potencias imperialistas acostumbraban a crear factorías comerciales España, por contra, fundó ciudades y las dotó de acueductos e infraestructuras de todo tipo. Sus calzadas penetraban hacia el interior pues se pretendía civilizar todo el territorio. Así, a diferencia de aquellas factorías costeras inglesas u holandesas, se fundaron y refundaron ciudades a cientos de kilómetros de la costa, pues no se trataba tan solo de llenar las bodegas de los navíos mercantes sino también de expandir el catolicismo y sus vehículos culturales, como la lengua, la escolástica y la teología. Se tradujo la Biblia a un buen número de lenguas precolombinas (todas ágrafas hasta la llegada de los españoles), tales como el quechua o el nahuatl. Se fundaron 25 universidades y un gran número de Colegios Mayores, abiertos a cualquier súbdito de la corona española; algunas de estas universidades se crearon un siglo antes que los ingleses fundaran la primera en sus colonias americanas: la de Harvard, en 1.636.

El caso de los Estados Unidos también es paradigmático de lo que ha sido y es un imperio depredador, en las antípodas del Imperium Hispánico. Allá por el s. XVII era la doctrina del Destino Manifiesto la que guio en buena medida los ímpetus colonialistas estadounidenses. Protestantes en general y puritanos en particular llegados al territorio de las 13 colonias la esgrimieron como argumento expansionista. Según ellos los nuevos colonos habrían sido designados por Dios para, al igual que los judíos con la tierra prometida de Israel, tener su tierra de promisión. La conquista de nuevos territorios y el consiguiente enriquecimiento económico serían signos de la elección previa que de ellos habría hecho el Altísimo; en la línea, esta idea, de los dogmas calvinistas que, por otro lado pero en esta misma línea, tanto han contribuido a la posterior aparición y expansión del capitalismo (contribución, decíamos, esencial del calvinismo en particular al igual que del protestantismo en general). Esa doctrina del Destino Manifiesto adquirió nuevos vuelos desde fines del s. XVIII -con la independencia de las 13 colonias- y ha llegado hasta nuestros días con la convicción de que los estadounidenses han sido elegidos por la divinidad para exportar e implantar (por las buenas o por las malas) la democracia a todo el orbe. Su imperialismo, pues, hinca su fundamento en el principio de una soberanía popular -tan cara a la democracia- por la cual el poder no viene legitimado por lo Alto -no tiene un origen sagrado- sino por lo bajo -por un demos que un día puede establecer, por la mitad más uno de los votos, que los valores a defender son unos para al día siguiente elegir otros, vapuleando así cualquier vigencia de las Verdades y los Valores Eternos que siempre dieron estabilidad a las sociedades Tradicionales y siempre fueron sus puntos de referencia Superiores-. No desvelamos ninguna evidencia que no se sepa si denunciamos que tras este «generoso» y «desprendido» afán de expandir la democracia por el planeta se esconden indisimulados intereses económicos que, en su avaricia, no tienen límite con respecto a ningún confín del mundo.

-«Los Estados ya han defenestrado cualquier aspiración a constituir unidades políticas que los sobrepasen y que tengan la mira enfocada en un objetivo Elevado, pues, por contra, ya no aspiran a restaurar el Imperium». ¿Es todavía posible recuperar el Imperium y la Tradición?

-La Restauración del Orden Tradicional y de su forma Imperial se nos antoja harto complicada dados los tiempos de disolución por los que, en todos los órdenes, atravesamos, pero ello no es óbice para que sostengamos que no es imposible que ello pueda acaecer. Ya el antes mencionado Hesíodo escribió en su obra Trabajos y días que hasta en las épocas de mayor dispersión y de mayores tribulaciones era posible restaurar la Edad de Oro de la que hablaba la mitología griega. El hombre no es un ser fatal, con un destino irremisiblemente escrito de antemano (1). Para la Tradición el hombre es libre para trazar su camino, tanto interior como exterior, al igual que atesora esa libertad que le puede posibilitar el emprender una lucha que tenga como fin el de voltear el desorden imperante y alumbrar una nueva era liberada de las pesadas y enajenantes cadenas y cargas que el mundo moderno ha ido colocando desde hace ya mucho tiempo en ese afán por bestializar al hombre amputándole su dimensión Trascendente.

NOTA:

(1) Si se quiere profundizar en esta refutación del fatalismo se puede consultar nuestra obra Evola frente al fatalismo, impreso por la Editorial Eas.

Eduard Alcántara

eduard_alcantara@hotmail.com



SIMBOLISMO DEL CAMINO DE SANTIAGO
febrero 24, 2022, 9:31 pm
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SIMBOLISMO DEL CAMINO DE SANTIAGO

«Con pan y vino se anda el Camino»

Proverbio castellano

«Las verdades más altas, que no serían en modo alguno comunicables o transmisibles por ningún otro medio, se hacen tales hasta cierto punto cuando están, si puede decirse, incorporadas en símbolos que sin duda las disimularán para muchos, pero que las manifestarán en todo su esplendor a los ojos de los que saben ver».

René Guénon

«Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí».

Jesucristo

TITULO Y AUTOR:

«SÍMBOLOS FUNDAMENTALES DEL CAMINO DE SANTIAGO», Julio Peradejordi

«Es sostenido de siempre que el Camino de Santiago es un poliedro con un número extraordinario de facetas imposible de abarcarlas en su totalidad. Ello se debe a que el Camino es una realidad que comprende todos los órdenes de lo creado. Desde el más concreto, mineral y evidente del camino físico en sí con su recorrido señalizado por montes, valles y llanuras del norte de España, al recorrido sentido e interpretado por un peregrino determinado (orden microcósmico), al Camino sideral con la referencia de la Vía Láctea (orden macrocósmico), hasta el arquetipo de Camino presente en la mente, sí así puede hablarse, del Creador (orden metacósmico). Todo ello hace que el Camino de Santiago sea un ente total que puede ser abordado desde cualquier actividad humana, sea esta de tipo físico, psíquico o espiritual».

JAIME COBREROS

1 ¿Qué tipo de libro es?

   Básicamente un libro de simbolismo sobre el Camino de Santiago a la luz de la Tradición Primordial y Sapiencial. Ahora que un grupo de camaradas de la fratría C.L.D. se han embarcado en la aventura de efectuar el Camino de Santiago por etapas, hemos creído oportuno desempolvar este bello y algo viejo librito dedicado al rico simbolismo de tal senda -principalmente interior e interiorizante, iniciática-; senda hacia la luz atravesando la oscuridad y las tinieblas que todo peregrino recorre al mismo tiempo en el exterior y en su propio interior, en el corazón, centro espiritual del hombre e imagen física y microcósmica del «Centro del Mundo». O también desde un punto de vista simbólico y metafísico, llevar la luz del Sol que sale por Oriente para alumbrar a un Occidente en su ocaso, y hoy nunca mejor dicho… Como decía Olimpiodoro, «las iniciaciones que se hacen sobre la Tierra preparan para las iniciaciones supremas en el Cielo», y esta es una de la razones primordiales de todo peregrinaje, y en especial del Camino de Santiago; la purificación, el perfeccionamiento, tanto interior como exterior, la búsqueda del Conocimiento, de la soledad interior frente a la barbarie satánica del «mundanal ruido» (Fray Luis de León), y de una civilización titánico-demoníaca de asquerosas y nauseabundas masas sedientas de sangre y henchidas de maldad, que buscan violentar, destruir y corromper la obra de la Creación toda y el Cosmos.

2.- Resume su temática

   El autor enumera, analiza e interpreta los diversos y fundamentales símbolos del Camino, todo ello desde la weltanschauung tradicional: el mismo sentido iniciático del «Camino», elementos que aparecen en el mismo como «La Piedra», «El Bosque», «La Montaña», «La Concha», «El Caldero», «El Templo», «El Hábito», «La Cruz», «El Peregrino», «Las Reliquias», «El Vino», «La Cueva», «El Río», «El Libro», «El Báculo o Bastón del Peregrino», «La Puerta», «El Pilar», «El Puente», «El Atajo», «El Bestiario Compostelano» (el macho cabrío, el león, el lobo, el cuervo, el zorro, la serpiente, el gallo, etc), el mismo simbolismo del Apóstol Santiago… «El símbolo aprehendido en un nivel espiritual, se hace puente, presencia, lenguaje universal, vida concebida en otro orden: el de la Eternidad» (Marie-Madeleine Davy).

3.- ¿Quién es su autor?

   Julio Peradejordi, autor de diversos libros sobre simbolismo tradicional.

4.- ¿Es parcial o imparcial en el tema que trata?

   Totalmente parcial. El autor como hemos dicho hace una interpretación del Camino y de sus símbolos partiendo desde la Concepción del Mundo tradicional. Estamos ante un auténtico Manual Simbólico del Peregrino Compostelano, una Guía del conjunto simbólico compostelano inspirada en los principios, valores y referentes según la Ciencia Sagrada y la Sabiduría Perenne: «La vida terrena, entendida como un período de probaciones, es asimilada a menudo a un viaje, o incluso más expresamente a una peregrinación, y el mundo celeste -meta de tal peregrinar- se identifica también simbólicamente con la Tierra Santa o Tierra de los Vivientes» (René Guénon); de ahí que a todos los que en la Antigüedad o en las sociedades o civilizaciones pre-modernas «peregrinaban» o viajaban en busca del Conocimiento, eran conocidos como «nobles viajeros», dando al viaje o a la peregrinación un carácter iluminador e iniciático.

5.- Detalles de la edición

   Editorial Obelisco, colección ARCHIVO DE SÍMBOLOS, año 2003. Prólogo de Jaime COBREROS.

6.- Desacuerdos, anécdotas a su alrededor y relación personal con el mismo.

   Desacuerdos absolutamente ninguno. Del autor había leído alguna que otra obra o artículo.

7.- ¿Por qué lo elegiste para leer?

  Tema fascinante y apasionante donde los haya, al menos los que partimos de una Concepción y Visión TOTAL del mundo y de la existencia. Peregrinaje y Símbolo. Vía de la Acción y de la Contemplación, «las dos formas y más enteras y serias de entender la vida» (José Antonio Primo de Rivera).

8.- ¿Cuál es tu valoración del libro como tal?, ¿y su temática?

   Altamente positiva la valoración de la obra, y su temática más que recomendable, sobre todo para los camaradas de esta sagrada Hermandad que se han enfrascado en esta aventura -a la vez física y metafísica-, de recorrer una senda de proporciones míticas y metahistóricas, a la vez pre-cristiana y cristiana.

9.- ¿Para quién está enfocado este libro?

   Contestamos con las palabras del autor cerrando esta extraordinaria guía simbólica y existencial: «Hace falta lo que se denomina apertura del corazón para acercarse a los símbolos e incluso así es muy difícil penetrarla sin duda porque cuando el símbolo es una realidad, es imposible descubrirlo sin la ayuda de Dios. Pero esta ayuda de Dios, que recibe mil nombres: gracia, bendición, merced, limosna, etc. es, al fin y al cabo, lo que el peregrino va a hallar al final del Camino». El Hombre de Tradición, los Buscadores de Tradición -que es fundamentalmente lo que somos nosotros-, necesitan de libros como éste…

10.- A quién lo recomendarías?

   Generalmente a todos los amantes del simbolismo tradicional, del peregrinaje, de la búsqueda, para aquellos que quisieran «ordenar el mundo desde las estrellas» (José Antonio Primo de Rivera); a los emboscados, a ese núcleo que pese a todas las adversidades habidas y por haber, fueron, son y serán los representantes en este mundo cuyo Ciclo Humano (Manvantara) ya se agota, de la salvaguarda de lo permanente, de esos «valores eternos» frente a los que ningún demonio del Infierno ni ninguna ideología satánica moderna o post-moderna podrán nunca abatir de forma definitiva. Ellos son los simbólicos «Guardianes del Libro», entendido éste como el Secreto Divino que conduce al Reino de los Cielos por el «camino» o a través de la «puerta estrecha». En Mateo 7:13-14 leemos lo que dijo Jesús: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.

FUERZA HONOR Y TRADICIÓN

Joan Montcau



BARCINO IDENTITARIO: EL HOSPITALET LAYETANO
febrero 19, 2022, 3:33 pm
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 BARCINO IDENTITARIO: EL HOSPITALET LAYETANO

«Aunque el bestial desarrollo urbano haga pensar lo contrario, el subsuelo de L’Hospitalet esconde una gran cantidad de sorpresas arqueológicas que conocemos de forma parcial por los pocos restos que se han escapado al telón de silencio y cemento que, durante el último siglo, ha extendido impunemente el urbanismo especulativo sobre la ciudad».

Ireneu Castillo

«¿Por qué debemos mirar al pasado con el fin de prepararnos para el futuro? Debido a que no hay otro lugar para mirar».

James Burke.

«La abolición del tiempo profano y la proyección del hombre en el tiempo mítico no se producen naturalmente, sino en los intervalos esenciales, es decir, aquellos en que el hombre es verdaderamente él mismo: en el momento de los rituales o de los actos importantes (alimentación, generación, ceremonia, caza, pesca, guerra, etcétera). El resto de su vida se pasa en el tiempo profano y desprovisto de significación: en el devenir».

Mircea Eliade

   La Modernidad ha concebido a sus ciudades como injertos masificantes y artificiosos que separan al hombre de su entorno natural -realmente esta era su verdadera finalidad, encerrar al hombre dentro de un caparazón para así aislarlo de las influencias celestes como dijo René Guénon-; monstruosidades plutocráticas y megalópolis donde la belleza, el equilibrio, la norma y el arte brillan por su ausencia, como creaciones infernales donde el ruido, el estruendo, el bodrio, el esperpento, la fealdad, el materialismo más grosero y el maquinismo se han impuesto por doquier y en todos los aspectos de la vida; hasta tal punto es así que el hombre es concebido como una pura máquina sin alma, esclavizada y consumidora de basuras varias, como una simple pieza de un gigantesco engranaje que el Sistema utiliza a placer, un simple objeto de usar y tirar desprovisto de personalidad y de cualquier tipo de identidad, o al que se puede sustituir por otro en cualquier momento con una frialdad verdaderamente diabólica. La tecnocracia, la plutocracia, finalmente la actual infra/sub-humanidad democrática y su «Nueva Era» transhumanista o postmodernista, son emanaciones directas de aquella aberración metafísica, antiespiritual y contra-tradicional que, desde un punto de vista ontológico y cosmovisional, tiene orígenes metahistóricos (1).

   «Estudiar el pasado puede definir el futuro» decía Confucio, y precisamente los que buscamos y luchamos sobre todo por la salvaguarda de nuestra Identidad y de nuestras tradiciones, una de nuestras normas fundamentales y existenciales es el de estudiar nuestro pasado (más o menos reciente, más o menos remoto), desentrañarlo en la medida de lo posible, analizarlo, sintetizarlo, buscar respuestas, consignas, paradigmas, arquetipos, valores, principios forjadores y orientadores de una sólida Weltanschauung (Visión del Mundo). Frente a la Globalización mundialista y uniformizadora del Sistema, destructora de naciones, culturas, tradiciones, religiones, razas, etnias, etc, la Identidad y la Tradición son las dos palancas o ejes firmes sobre las que apoyarse, asentarse y mantenerse en pie ante el avance arrollador de las hordas oscuras de Gog y de Magog: «El pasado no está muerto, está vivo en nosotros, y estará vivo en el futuro que estamos ayudando a hacer» (William Morris). El pasado como manifestación de una época mítica y originaria, de un «In illo tempore» («En aquel tiempo») metahistórico. Pues a lo que íbamos: incluso en esos engendros que son las horripilantes ciudades modernas, podemos encontrar huellas y testigos de un pasado y de un saber tradicionales que chocan diametralmente con la cosmovisión subversiva, antidivina y demoníaca de la Modernidad, aunque generalmente estén o permanezcan ocultos para la gran mayoría de los hombres-masa; incluso aunque estén a la vista pasan generalmente desapercibidos para una sociedad de barbarie, brutalidad y salvajismo sin igual, espiritual y metafísicamente ciega y obtusa. Frente a los que simplemente se dedican durante su triste y podrida existencia terrena en vegetar o en arrastrarse sobre el fango como gusanos (algo hoy más que evidente entre la basura democrática y sistémica), otros, aunque hoy constituyan aparentemente una exigua minoría, se dedican a buscar, a reencontrarse con un pasado que nos es generalmente escamoteado, cuando no pisoteado o ninguneado -eso busca esencialmente el Sistema-, pero que está ahí, a la espera de que sea descubierto, estudiado y vivenciado para convertirse en verdadera POTENCIA TRANSFORMADORA, y a su vez reencontrarnos con nosotros mismos: «No sigas las huellas de los antiguos, busca lo que ellos buscaron» (Matsuo Basho); decía Mircea Eliade al respecto que el Hombre de la Tradición, el hombre de las sociedades arcaicas («primitivas» diría la chusma progresista y democrática), vivía inmerso en una concepción del mundo sagrada, cósmica, necesitaba vivir y rodearse de objetos consagrados ritualmente (2), toda su vida era un permanente Rito, un Misterio, un Sacrificio sagrado, así era el hombre de las sociedades antiguas y pre-modernas para las que el poder del Símbolo lo irradiaba todo; por contra tenemos hoy a su siniestra caricatura y parodia demoníaca que es el hombrecillo moderno; presuntuoso, insolente, arrogante, vil, pérfido, irrespetuoso, imbécil a más no poder, desalmado y totalmente anti-tradicional, un absoluto loco que camina firme y alegremente hacia su propia autodestrucción, la completa antítesis del Orden, de la Belleza, de la Armonía y de la Verdad, paradigmas de toda auténtica Revolución y de reconstrucción aristocrática que se precien. Estamos hoy ante la subhumanidad -o infrahumanidad- del Quinto Estado, el Reino del Paria, el mundo de los esclavos sin forma, sin norma y sin casta (por debajo del sistema de castas:INFIERNO); el horror, la fealdad, el gusto por la decadencia, la depravación y el abandono de sí mismo, la degeneración y la mentira les rodea y caracteriza, todas sus creaciones carecen de verdadera magnitud, de auténtica valía, de significación espiritual, de talla; la Modernidad -o postmodernidad- no sólo es un mundo sin Dios, sino que encarna en su extrema maldad y monstruosidad, la absoluta carencia y negación de la «Senda del Honor» (Antonio Medrano) que sí caracterizó, en cambio, al Hombre de la Tradición y que se manifestó en todos los actos y obras de su vida terrenal, vida terrenal que no concibió simplemente como un «exilio» o como un «valle de lágrimas» al modo de las religiones puramente devocionales, sentimentalizadas y ginecocráticas donde el elemento verdaderamente sapiencial, aristocrático e iniciático es inexistente o se ha apagado hace ya mucho tiempo (por ejemplo el Catolicismo «oficial»), religiones inspiradas más en la «Luz del Sur» que en la «Luz del Norte» nórdico-polar, solar y apolínea; sino como una prueba, como un combate existencial y metafísico para conquistar así la verdadera Inmortalidad; él HA ELEGIDO manifestarse en este mundo de lo visible y de lo tangible en el que no ha aparecido por simple casualidad o por un capricho de los dioses.

   Mientras que en el mundo tradicional la «ciudad» era un espacio delimitado y sagrado (consagrado ritualmente además) -a la vez edificación física, espiritual al concebirse como imagen del Centro del Mundo y comunidad humana ordenada, organizada y jerarquizada-, hoy el concepto de «ciudad» tiene una valoración totalmente antitética y puramente física y material, esencialmente anti-humana, entendida como «urbe», como un espacio profano (y profanador) que es lo que define a las modernas ciudades plutocráticas, igualitarias y sin alma, un mundo conquistado por el Reino de la Cantidad y de la Masa, por lo infernal y por lo muy bajo. Decía un famoso pintor austriaco del siglo pasado que el verdadero Arte no podía ser moderno, porque el Arte es «primordialmente eterno»; ello por el carácter fundamentalmente intemporal y mito-poético del mismo, está por encima o fuera del «tiempo real» y del espacio, mientras que el Antiarte es algo ya meramente mundano, todo un «signo de los tiempos» de esta Era titánico-demoníaca (y ginecocrática) que estamos viviendo; y por todo esto no hay que olvidar que incluso las ciudades modernas están construidas y cimentadas sobre las ruinas milenarias de civilizaciones tradicionales, apolíneas y uránico-viriles que les antecedieron, civilizaciones para las que el auténtico Arte, el Mito, el Símbolo y el Rito eran sus verdaderos ejes vertebradores desde el punto de vista cosmovisional y sacro (3); y una de estas civilizaciones fue la ibérica, más concretamente la layetana en el terreno que ahora nos ocupa, es decir la ciudad de Hospitalet de Llobregat, perteneciente a la comarca del Barcelonés, ciudad densamente poblada y masificada -la segunda de Cataluña y una de las más densamente pobladas de la odiosa y opresiva Unión (Anti)Europea-, pero que también esconde sus «tesoros ocultos», aunque evidentemente ante la general indiferencia o pasotismo de los aborregados urbanícolas: “El vulgo es tan ignorante que prefiere antes lo nuevo que lo bueno» (Arthur Schopenhauer). Frecuentemente la hez, la escoria y la chabacanería son como pesadas losas sobre las que se esconden verdaderos vestigios y joyas, testigos de pasadas civilizaciones y culturas heroicas diametralmente opuestas a esta auténtica pesadilla infernal desprovista por completo de cualquier sentido de la grandeza, de la trascendencia y del heroísmo; sin duda la Modernidad, y el súmmum de la misma que es la actual aberrante tiranía transhumanista, constituyen una auténtica parodia caricaturesca y grotesca de las primeras, así como, al fin y al cabo, la Edad Oscura es una inversión diabólica, contra-espiritual y contra-tradicional de la Edad de Oro: «Los antiguos veían en el héroe histórico o mítico, en Alejandro o en Aquiles, el modelo de la vida humana. El gran hombre era paradigmático, su existencia ejemplar. El patrón del demócrata al contrario, es el hombre vulgar. El modelo democrático debe rigurosamente carecer de todo atributo admirable» (Nicolás Gómez Dávila). Sin duda otro de los grandes «signos de los tiempos» que vivimos y que progresa a una velocidad endiablada (nunca mejor dicho) e imparable, hasta el colapso y estallido final… 

   Aunque se ha estudiado y se ha investigado más desde el punto de vista histórico-arqueológico la parte y la historia romana y medieval de «Villa Provintiana» (como los romanos llamaban al actual L’Hospitalet de Llobregat, probablemente como derivación del nombre de su mítico Héroe Fundador Provius o Proventius), si Hospitalet de Llobregat se ha caracterizado ha sido precisamente en la falta de interés por el estudio y la investigación de su pasado más remoto, y más teniendo en cuenta que desde la tan cacareada como repugnante «transición democrática», los diversos consistorios habidos y por haber desde entonces siempre han estado copados por canallas sin escrúpulos y sinvergüenzas de la peor especie, convirtiendo la ciudad en una gigantesca jungla de cemento y asfalto destruyendo todo tipo de patrimonio artístico, cultural, agrícola, arquitectónico o arqueológico; de hecho hasta hace relativamente poco sobre la última zona agrícola que a la ciudad aún le quedaba, aún le pesaba el fantasma de la destrucción y de la demolición por parte de un Ayuntamiento patrimonicida y salvajemente especulador (4). Para que nos hagamos una idea del tremendo desatino, el estudio más serio y sistematizado que se ha hecho de la ciudad desde un punto de vista arqueológico data de una fecha tan tardía como 1991, efectuado por el «Centre d’Estudis de la Natura del Barcelonés Nord», y desde entonces -que nosotros sepamos-, muy poquito más; auténticamente demencial… Sin duda asistimos a la crisis de eso que ha denominado como la «belleza de la ruina», pues la conservación de áreas arqueológicas y de interés cuentan con innumerables problemas en este mundo de malditos intereses puramente economicistas y groseramente materialistas.

   Se sabe de asentamientos ibéricos principalmente en la zona norte hospitalense conocida como el Samontá (la Torrassa, Can Serra, Can Boixeres, Collblanc, Torrente Gornal, etc), siendo originariamente un terreno con cierta pendiente formado por cerros, arcillas, limos, concreciones calcáreas y guijarros, y hoy densamente poblados y urbanizados; ya se sabe el gusto de este pueblo por levantar sus asentamientos en las partes más elevadas y aisladas de los territorios. El vestigio más antiguo que de dicha cultura se ha encontrado, es un vaso cerámico que en su día se encontró en una zona fosilífera del Torrente Gornal y cuyo original hoy está en el Museo Arqueológico de Barcelona; también un silo descubierto en 1966 cerca de la factoría Vanguard. De hecho el estudio del pasado ibérico no sólo de Hospitalet, sino de todo el Baix Llobregat ha empezado a revalorizarse en los últimos quinquenios (aunque en ambientes extremadamente minoritarios), ya que hasta hace unas décadas era prácticamente inexistente o despertaba poco interés entre los arqueólogos (ya no digamos de los Ayuntamientos en cuestión a los que todo lo que sea pasado histórico, cultural o identitario les repele…) A tal respecto, el arqueólogo Jordi Lluis de la Pinta i Rodríguez dice: «La excelente ubicación geográfica de la zona en cuanto a abundantes torrentes, zonas de cultivo y una privilegiada zona de paso hacia los importantes núcleos del Baix Llobregat de un lado, y del Barcelonés y el Maresme por el otro, hacen presumible la existencia de hábitats dispersos en el entorno que estudiamos».

   Pero es en la zona de la Torrassa donde se sabe ya a ciencia cierta de que hubo un asentamiento layetano hace unos 2.500 años nada menos. Efectivamente, en 1934 se descubrió un silo ibérico subterráneo de forma esférica, con numerosos restos de piezas cerámicas en su interior datados aproximadamente en el 450 antes de A.C. Dicho silo también debió de ejercer las funciones de granero para aquel fabuloso como tan enigmático pueblo de guerreros (5); probablemente la prospección arqueológica que se efectuó en 1934, lo fuera a causa de la construcción del emblemático «Pont de Ferro» -inaugurado un año después-, que conecta los barrios de Santa Eulalia y de la Torrassa pasando por encima de las vías del tren; de todas formas recientemente, hará un par de años aproximadamente, se volvieron a efectuar nuevas prospecciones arqueológicas volviendo a encontrar restos de cerámicas y vasijas. Dicha zona forma parte del inventario del Patrimonio Arqueológico de la Generalitat, pero ignoramos si en la actualidad tiene algún tipo protección especial; lo vergonzoso es que el Silo de la Torrassa carece por completo de señalización, indicación o de algún panel explicativo o/e informativo, lo que nos da a entender a las claras del nulo interés por parte del Ayuntamiento por la salvaguarda y protección de esta valiosísima zona arqueológica de incalculable valor. De hecho los restos encontrados en 1934 pasaron a formar parte del inventario del almacén del Museo de Historia de Barcelona (que ciertamente aconsejamos visitar, por otra parte),y prácticamente olvidados hasta fechas relativamente recientes (6), es decir, hasta que a principios de los años 80 del siglo pasado fueron devueltos al Museo de Historia de Hospitalet (y que también aconsejamos visitar), donde hoy están felizmente expuestos… De lo que no cabe duda, es que con el paso de los años y con el avance del Delta del Llobregat, ya durante la ocupación romana en torno a los siglos entre finales del II y principios del I A.C., los layetanos ahí asentados y ante la presión de las circunstancias, acabaran transformando lo que en un principio era una zona de almacenamiento comercial, en otra de explotación agrícola y ganadera (7), posiblemente conectada con los más que presumibles asentamientos -hay indicios de ello- que también hubieron en las zonas de la factoría Vanguard y donde hoy está ubicada la bella ermita medieval de Santa Eulalia de Provenzana, Lugares de Poder sin duda para la Hermandad Totalitaria Barcino/Rubricatus, ya que los mismos, en todas las civilizaciones tradicionales actuaban como receptores y distribuidores de energía. Desde Ias antiguas civilizaciones tradicionales y pre-modernas hasta la Edad Media, los hombres construyeron sobre vórtices de energías telúricas, eran lugares que ellos consideraron sagrados, puntos de conexión entre lo terrestre y lo celeste; con la llegada del Humanismo renacentista poco a poco se produciría un hiato insalvable entre el Hombre y el Cosmos, y lo mismo con la Naturaleza antaño sagrada; entre el mundo del Más Allá con el Mundo del Más Acá; para las civilizaciones antiguas las ciudad física era una emanación o una representación en el plano terreno y microcósmico de la «Ciudad Celeste», la «Ciudad de Dios» como dijera San Agustín, un Cosmos ordenado y sagrado vinculado por su Centro con el «otro mundo»«Para denominar el acto de esa manifestación de lo sagrado hemos propuesto el término de hierofanía, que es cómodo, puesto que no implica ninguna precisión suplementaria: no expresa más que lo que está implícito en su contenido etimológico, es decir, que algo sagrado se nos muestra»(Mircea Eliade), aunque hoy permanezca oculto o escondido para la «gran multitud de los tibios» (San Juan Evangelista). En estos tiempos oscuros y ruinosos en los que vivimos, el Hombre de la Tradición busca en su propia ciudad su particular «ciudad secreta» -valga la redundancia-, es decir el alma de la misma, convirtiendo, transmutando más bien tal búsqueda en un proceso de verdadera revolución interior, además de cultural y sapiencial, una verdadera Metanoia«Creemos cada uno de nosotros nuestra propia ciudad secreta personal, fruto de innumerables paseos meditativos. Indaguemos en el sentido metafísico de cada árbol, cada rincón, cada paraje, cada elemento arquitectónico. Al hacerlo, viajemos por el interior de nuestra propia alma. Miremos el mundo, en fin, con los ojos de Tarkovski: para percibir el misterio inefable que nos envuelve, y también para que nuestra ciudad vuelva a convertirse para nosotros en un lugar maravilloso y en un fascinante hogar» (Antonio Martínez). Generalmente lo grande, lo fantástico, lo misterioso, lo fascinante, lo maravilloso e inefable, lo tenemos muy cerca, a la vuelta de la esquina incluso, pero careciendo de esa «dimensión de la trascendencia», de ese «tercer ojo» que sí tenía (tiene) en cambio el Hombre de la Tradición, todo ello nos estará vetado; y es que si algo caracteriza a la subversión moderna es la tendencia a la petrificaciónsolidificación y anquilosamiento del hombre, o como diría René Guénon a encerrar al mismo dentro de un caparazón simbólico para así aislarlo del Cielo y de las influencias de lo Alto, mientras que la actual tiranía mundialista, postmoderna y transhumanista equivaldría ya a la fase de desintegración y de disolución; nuevamente parafraseando a Guénon, equivaldría a la rotura de dicho caparazón simbólico por lo bajo y, por tanto, ello equivale a la penetración de las fuerzas infernales y oscuras en el interior del mismo para acabar siendo presa y devorado por ellas. 

   A continuación reproducimos el texto que de forma ritual y simbólica, a modo de metafísica operativa, se leyó ante las ruinas sagradas y milenarias que fueron testigo del paso por nuestro suelo de dos grandes tradiciones viriles y heroicas: la layetana y la romana. Dicho texto es un extracto de uno de los manifiestos del «Grupo de los Dioscuros», grupo iniciático-operativo y romano surgido en los años 60/70 del pasado siglo, extraordinario manifiesto que apareció bajo el título de «Las Dos Razas»:

CUANDO LA BARBARIE DEMOCRÁTICA, EL DEMONISMO DE LAS MASAS, LA INDIFERENCIA Y LA DESIDIA RESULTAN HOY MÁS DESOLADORES QUE LAS PROPIAS RUINAS, ÉSTAS SIN EMBARGO PARA NOSOTROS SON, REPRESENTAN Y SIMBOLIZAN LA MEMORIA Y LOS TESTIGOS PÉTREOS DE NUESTROS GLORIOSOS Y DIVINOS ANCESTROS Y ANTEPASADOS, SIEMPRE PRESENTES PARA LOS HOMBRES DE LA TRADICIÓN. FRENTE A LA SUBVERSIÓN MODERNA, LA REVOLUCIÓN TRADICIONAL Y LA RESURECCIÓN DEL MITO:

«Este es el significado más profundo de las decadencias, de los ocasos

de las antiguas civilizaciones: en ellas un impulso hacia lo alto vino a

menos, una posibilidad fue abandonada. Cerrada la puerta de la superación,

no quedó sino el camino sin retorno, hacia abajo hacia un embrutecimiento

que se habría manifestado más tarde, por lo demás, incluso

en el cuerpo, dando lugar así a formas subhumanas.

   Reveamos los mitos, las leyendas, las fábulas, estudiemos esta perspectiva

de la historia humana, hallaremos en lucha perenne a dos razas, a

terribles y grandiosas potencias de luz y de tinieblas, que quieren imponer

en modo total cada una de ellas la propia concepción del mundo. Allí

donde es la primera la que domina se encuentra el Imperio, el Orden, la

Jerarquía, la Virtud, el Rito, la Guerra Santa, el Ascetismo, la Fe. Luego

cuando por el cumplimiento de la propia misión, en razón del destino

del ciclo, o bien por renuncia y decaimiento, ésta viene a menos, he aquí

avanzar entonces desde lo bajo a la otra que frenéticamente quiere imponer

sus “valores”: la Horda, el Caos, la Nivelación, el Embrutecimiento,

la Gris Escualidez, la Disgregación del Todo.

Pero puesto que todo inicio posee en sí el germen del final y toda

muerte presupone un Nuevo Nacimiento (no perteneciendo a esta tierra

la “perennidad”), así pues en toda concepción del mundo se encuentra

presente, en lenta e inadvertible coagulación, la concepción del mundo

contrapuesta. La Hélade de la Edad de los Héroes de Hesíodo posee en

sí el germen de la Grecia filosofante y profana de la decadencia, entre

las ruinas de una remota civilización megalítica y en medio de aquellos

etruscos que vivían tan sólo para prepararse para la muerte, como si

fuesen concientes de ser simplemente “mortales”, es trazado el mágico

y viviente cuadrado de Roma. Pulsaciones, ritmos, ciclos. La verdadera

y profunda historia del hombre no es por cierto una simplificadora línea

en regular ascenso, ni por suerte los acontecimientos se desarrrollan de

acuerdo a los infantiles dogmas de la “cultura” oficial. Si cae el

mundo, un Nuevo Orden ya está listo” (Grupo Los Dioscuros).

SEMPER FIDELIS!!!     SALVE ET VICTORIA!!!

FUERZA HONOR Y TRADICIÓN

Joan Montcau

NOTAS:

(1) Diversas tradiciones hablan de un combate mítico y metahistórico entre los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas. En la mitología griega tenemos la rebelión de Prometeo y los titanes contra Zeus y los Olímpicos; en la cristiana tienen su paralelo con Lucifer y sus ángeles rebeldes contra el Principio Supremo; en la tradición indo-aria el conflicto entre los Devas y los Asura; en la tradición egipcia el conflicto entre Horus y Seth; en la mitología escandinava la lucha entre los Asen y los Vanir. Desde un plano puramente histórico, la lucha entre ambas Visiones del Mundo o Cosmovisiones -la tradicional y la anti/contratradicional-, ha sido una constante, de hecho la actual, repulsiva y deletérea situación del mundo que vivimos es consecuencia directa de la victoria de las fuerzas de la subversión mundial en la II Gran Guerra (1939-45), tras el último intento serio (y abortado) de reconstrucción aristocrático-viril que en Occidente hubo. Según todos los textos sagrados, «al final de los tiempos» una nueva batalla entre ambas Weltanschauung, pondrá punto y final al actual Ciclo Humano (Manvantara), así como el surgimiento de una nueva Edad de los Héroes, de una nueva Edad de Oro, con la victoria de las fuerzas celestes. La Creación -el Principio Supremo manifestado-, es un reflejo invertido (como un espejo) de lo que pasa en los Cielos. Toda batalla que se libra aquí contra las fuerzas de la subversión mundial y las potencias del caos, es un fiel reflejo del combate cósmico que libran las Fuerzas de la Luz y las Fuerzas de las Tinieblas. Lo que ocurre a nivel Microcósmico es un reflejo de lo que ocurre a nivel Macrocósmico. 

   Por otro lado y en otro género de paradigmas, según la ley de las analogías y dada la rica y variada ambivalencia de los símbolos tradicionales, para el Hombre de la Tradición, siguiendo la cosmovisión evoliana de «cabalgar el tigre» y de «mantenerse en pie en medio de un mundo en ruinas» (Vía de la Mano Izquierda), todo, absolutamente todo es Naturaleza, todo, desde lo más bello hasta lo más burdo, desde lo más grande hasta lo más insignificante, desde un espectacular y precioso bosque o paraje hasta una moderna jungla de cemento y asfalto, desde un majestuoso águila revoloteando sobre cumbres montañosas y nevadas hasta una repugnante rata de alcantarilla, absolutamente todo forman parte del «orden natural» como manifestación del Principio Supremo; todo lo observa con desapasionamiento, con frialdad y cierto alejamiento, con decondicionamiento y muy lejos de melancólicos arrobamientos románticos muy típicos del siglo XIX burgués; vivir como si se tratara casi de un asceta en medio de un desierto -desde el punto de vista espiritual y metafísico- que no hace más que crecer a medida que avanza el Kali-Yuga. «Hijos del Destino»«Extranjeros en un mundo en decadencia», eran algunos de los términos que utilizaba el Barón y Maestro romano para definir a los Hombres de la Tradición que vivían en esta Era Crepuscular, ya en su fase terminal. Observar todos los procesos destructivos que acompañan a la Modernidad y todos sus subproductos con desdén, indiferencia y retiro interior, con el convencimiento de que simplemente son fases y etapas, tristes pero necesarias, de un mismo proceso de disolución cósmica que a su vez significará la posibilidad de un nuevo ciclo áureo y ascensional, del surgimiento de un nuevo Ciclo Humano (Manvantara).

(2) En un espléndido trabajo del recientemente fallecido Antonio Medrano (1946-2022), uno de los mayores exponentes de la Tradición Primordial a nivel mundial y uno de los grandes referentes metapolíticos de la Hermandad Totalitaria Barcino-Rubricatus, «El Modo de Vida Tradicional», Antonio Medrano dice al respecto: «Sacralizar y Ritualizar la propia Vida. Hacer que en ella se haga presente con la mayor intensidad posible la dimensión ritual y simbólica que constituye uno de los ingredientes capitales del mundo tradicional (para lo cual se hace imprescindible insertarse en una vía tradicional concreta; es decir, abrazar y seguir alguna de las diversas tradiciones ortodoxas). Rodearse de los ritos y símbolos sagrados de la Tradición, empapando con su luminosa influencia el propio ambiente existencial: el hogar, el recinto de trabajo, la indumentaria, el horario y el ritmo de vida. Procurar que el propio existir adquiera un perfil y un contenido sacrales, con contornos ritualizados y con sentido simbólico, en la medida en que lo permitan las condiciones de vida imperante en la civilización actual y las circunstancias personales de cada cual. Aprovechar, de manera especial, aquellos resortes y técnicas que la cultura sagrada pone a nuestra disposición para abrirnos a lo alto y plasmar en la vida diaria los contenidos de lo sacro: oración, meditación, lectura de textos sagrados, recitación de mantras o fórmulas sagradas (jaculatorias, invocaciones), práctica de mudras o gestos rituales (postraciones, genuflexiones y reverencias, santiguarse, gasho o saludo ritual con las manos unidas), adopción de asanas o posturas correctas. Sacralización de la misma postura, tanto física como mental, que se tenga en cada momento. Revestirse de un hábito o hálito cultural, litúrgico y sacrificial, incorporando al propio vivir ese componente de culto que es consustancial a la auténtica cultura (la palabra «cultura» viene de culto cultivo: el cultivo de la tierra efectuado con los ritos adecuados, realizando sobre ella un culto que la consagra y la vuelve fecunda). Hacer de nuestra vida entera un acto de culto, un servicio divino» (Antonio Medrano).

   Efectivamente en el mundo tradicional, en las denominadas «Civilizaciones del Tiempo» (Julius Evola), para el hombre pre-moderno, para el Hombre de la Tradición, todo lo que le rodeaba poseía sacralidad, lo visible era una emanación de lo invisible, el Cosmos y la Naturaleza eran sagrados, todo lo que utilizaba o creaba tenía un fin sacral o metafísico; las herramientas o las armas eran sagradas, objetos o útiles de trabajo, la misma vestimenta, hasta los actos en apariencia triviales como el comer, el simple ocio, el dormir, el sentarse, el acto sexual, etc., estaban inmersos en un totumsagrado. Eran verdaderas sociedades y comunidades sacramentadas y juramentadas basadas sobre todo en tres principios fundamentales: «Unidad, Integración y Concentración» (Antonio Medrano). Como vemos, la antítesis con esta aberración contra-iniciática, subversiva y anti-mítica por definición que es la Modernidad y el actual subhumano postmoderno progresista y democrático, no puede ser más radical y absoluta…

(3) A este respecto, muy interesante el extraordinario texto de Julius Evola «Civilizaciones del Tiempo y Civilizaciones del Espacio», del que a continuación reproducimos una parte de tan extraordinario y clarificatorio artículo sobre el tema que nos ocupa:

   «Según la fórmula hoy en día de moda, estas civilizaciones habrían sido «estacionarias», «estáticas» o «inmovilistas». En realidad, son éstas civilizaciones en las que incluso los vestigios materiales parecen destinados a vivir durante más tiempo que todas las creaciones o todos los monumentos del mundo moderno, que, sin excepción, son impotentes para durar más de medio siglo, y a propósito de los cuales los términos «progreso» y «dinamismo» significan solamente una sumisión a la contingencia, al cambio incesante, un rápido ascenso y un declive también rápido y vertiginoso. Se trata de procesos que no obedecen a una verdadera ley interna y orgánica, que no se mantienen en límite alguno, que se tornan autónomos y se yuxtaponen incluso a los factores por los que se han visto favorecidos: he ahí la principal característica de este mundo diferente, en todos los sectores que lo componen. Pero ello no impide que se haga de él una especie de criterio de medida respecto a todo lo que tendría derecho, en el sentido más amplio, a llamarse «civilización» en el marco de una historiografía que hace suyos los juicios de valor arrogantes y despreciativos del género de aquéllos a los que hemos aludido. A este respecto, es típico el equívoco de quienes entienden por inmovilidad lo que tenía, en las civilizaciones tradicionales, un sentido muy diferente: un sentido de inmutabilidad. Estas civilizaciones fueron civilizaciones del Ser. Su fuerza se manifiesta justamente en su identidad, en la victoria sobre el devenir, sobre la «historia», sobre el cambio, sobre la fluidez informe. Son civilizaciones que descendieron a las profundidades y que establecieron sólidas raíces, más allá de las aguas peligrosas en movimiento. La oposición entre las civilizaciones modernas y las civilizaciones tradicionales puede expresarse del siguiente modo: las civilizaciones modernas son devoradoras del espacio, mientras que las civilizaciones tradicionales fueron devoradoras del tiempo.

   Las primeras dan vértigo por su fiebre de movimiento y de conquista del espacio, generadora de un inagotable arsenal de medios mecánicos capaces de reducir todas las distancias, de acortar todo intervalo, de contener en una sensación de ubicuidad todo lo que está esparcido en la multitud de los lugares. Orgasmo de un deseo de posesión; angustia oscura ante todo lo que está alejado, aislado, lejano, profundo; impulso a la expansión, a la circulación, a la asociación, deseo de encontrarse en todas partes, aunque jamás en uno mismo. La ciencia y la técnica, favorecidas por este impulso existencial irracional, a su vez lo refuerzan, lo alimentan, lo exasperan: intercambios, comunicaciones, velocidad por encima del muro del sonido, radio, televisión, estandarización, cosmopolitismo, internacionalismo, producción ilimitada, espíritu americano, espíritu «moderno». La red se extiende rápidamente, se afirma, se perfecciona. El espacio terrestre ya no ofrece prácticamente ningún misterio. Las vías terrestres, marítimas, aéreas, están abiertas. La mirada humana ha sondeado los cielos más alejados, lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Ya no se habla de otras tierras, sino de otros planetas. Una simple orden y se produce la acción, fulminante, allí donde deseamos. Tumulto confuso de mil voces que poco a poco se funden en un ritmo uniforme, atonal, impersonal. Son éstos los últimos efectos de lo que se ha denominado la vocación «fáustica» de Occidente, la cual no escapa al mito revolucionario bajo sus diferentes aspectos, incluido el aspecto tecnocrático formulado en el marco de un degradado mesianismo» (Julius Evola).

   Por otro lado recordemos que EEUU, pseudo-civilización prototípica de la Modernidad, reproducción de la Gran Prostituta babilónica, ya fue calificada en su momento tanto por Evola como por Guénon como el «Extremo Occidente», es decir la prolongación y la manifestación más extrema del putrefacto, materialista y contra-tradicional Occidente moderno, cuya génesis del mismo habría que situar en torno a los Siglos XIV-XV con el advenimiento y el triunfo de movimientos subversivos como el Güelfismo y el Humanismo renacentista. Tampoco deja de ser curioso que dicha pseudo-civilización demoníaca, haya hecho del petróleo la base de su progreso contra-natura y anti-cósmico, es decir del «aqua infernalis» como se lo conocía en la Edad Media, uno de los grandes Ciclos Heroicos de Occidente; hay que tener en cuenta que la mayoría de movimientos pseudo-espirituales y contrainiciáticos  de nuestros días (Espiritismo, Contactismo, «New Age», etc), han surgido de esa maldita pseudo-civilización demoníaca de esclavos y de parias. Civilizaciones del Ser -Tradición- y Civilizaciones del Tener -Antitradición-, dos cosmovisiones totalmente antitéticas y radicalmente opuestas e irreconciliables entre sí.

(4) Estamos hablando de la zona agrícola de Cal Trabal; parece ser que finalmente y gracias a la movilización ciudadana, dichos terrenos se salvarán de la especulación para pasar a ser gestionados directamente por el Parque Agrario del Baix Llobregat. Como ya hemos dicho en alguna que otra ocasión, una de las características más demenciales y perversas de la subversión moderna y plutocrática es su odio y alergia a lo verde, al Agro…

(5)  El gran cronista e historiador de la ciudad Ireneu Castillo, uno de los grandes defensores y propulsores del Patrimonio Artístico, Histórico y Arqueológico de la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat (del poco que queda o han dejado…), dice a tal respecto: «La historia de este silo arranca de un tiempo en que nada es como lo vemos hoy en día. Para empezar hemos de imaginarnos un ondulado paisaje rural en el que el Delta del Llobregat simplemente no existía (ver El delta del Llobregat, una costa en retroceso), y en el que el mar llegaba a la altura de la actual carretera de Santa Eulalia (el ramal costero de la antigua y sagrada «VIA AUGUSTA»). No obstante, en el espacio que quedaba entre el talud cuaternario y la montaña de Montjuïc (el lugar que ocupa el barrio de Santa Eulalia) existía una amplia bahía que los arqueólogos especulan que era utilizada como puerto comercial de los poblados iberos que había en el territorio. De esta forma, se cree que nuestro silo, excavado en la roja arcilla del resalte y con inmejorables vistas a la bahía, durante el siglo IV a.C. era utilizado por los iberos de Montjuïc como lugar de almacenaje temporal del grano que iba y venía a través del fondeadero»  («El silo ibérico de La Torrassa, el ignorado socavón de 2500 años de historia». Ireneu Castillo. Memento Mori, 2020).

(6) «No fue hasta principios de los 80 en que, gracias a la reestructuración del fondo arqueológico del Museu de Història de Barcelona y su uso en la tesis “El Poblamiento del curso inferior del Llobregat en época ibérica y romana” de Josep Mª Solias (1990), que se reconocerá la excepcional importancia histórica del yacimiento del silo de la Torrassa para entender el poblamiento antiguo de Hospitalet y el Llano de Barcelona» (Ireneu Castillo. Obra citada).

(7) Según los arqueólogos dicho silo seguiría siendo utilizado  hasta el siglo IV D.C., cayendo después en el abandono y posterior olvido.



PRÓLOGO a “EL CAMINO HERCÚLEO DE LA TRADICIÓN”
febrero 12, 2022, 12:31 pm
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El camino hercúleo de la Tradición: Espiritualidad, poder e identidad en  Julius Evola (Letras Inquietas) : Feltin-Tracol, Georges, Alcántara,  Eduard: Amazon.es: Libros

PRÓLOGO a “EL CAMINO HERCÚLEO DE LA TRADICIÓN”

Nos complace sobremanera presentar el presente trabajo realizado por Georges Feltrin-Tracol acerca de diferentes aspectos del corpus doctrinal de la Tradición que tienen que ver, de manera concreta, con la forma en que nos lo fueron transmitidos por Julius Evola. La Tradición, así en mayúscula, no entiende de usos, hábitos y costumbres en sí sino que entiende de las causas primeras, de corte metafísico, que dieron origen a determinados usos, hábitos y costumbres. En ocasiones se le ha añadido el adjetivo Primordial al sustantivo Tradición por tal de evitar confusiones con ciertas corrientes de pensamiento que entendían -y entienden- de cuestiones relacionadas con la organización política y social, a la vez que económica, de la sociedad, opuestas a aquellas formas políticas que se fueron consolidando, de manera concluyente, a raíz del triunfo de la Revolución Francesa. Estas reacciones a los productos de la dicha revolución entendían también de lo indispensable del mantenimiento y/o rescate de lo religioso, pero lo hacían concibiéndolo y enfocándolo, exclusivamente, en el sentido de la necesidad que tienen las comunidades, para quedar más cohesionadas, de creer en algo más que la mera materialidad …de creer, en definitiva, en que la realidad no se agota en el plano material y sensitivo de la existencia. Desgraciadamente los últimos siglos perdieron el contacto directo con las fuerzas de lo Alto, con la posibilidad de acceder a ellas, de interactuar con las mismas, de intentar hacerlas favorables tanto en beneficio del que busca la via remotionis de realización interior como en beneficio del conjunto de la comunidad. Esa vía activa de enfrentarse con las fuerzas Suprasensibles ha tiempo que ya había periclitado -salvo, seguro, en determinados y contados, usando una expresión cara a Evola, ‘tipos de hombres diferenciados’- y tan solo quedaba, pues, la vía pasiva de enfrentarse al Hecho Trascendente …vía pasiva que fue la única que le quedó al tradicionalismo, en minúscula, que surgió, sobre todo, como reacción -siempre, dicho sea de paso, encomiable- a los procesos revolucionarios liberales. Para evitar la confusión entre tradicionalismo y Tradicionalismo o entre tradición y Tradición es por lo que, repetimos, en ocasiones se habla de Tradición Primordial o, a raíz de lo que se señala en el texto que estamos presentando, podríamos utilizar la expresión de Tradición Perenne o, si queremos acortar, Perennidad. Sea como fuere nosotros consideramos

bien asentado, desde que René Guénon sistematizó su esencia y muchos de sus atributos, el de Tradición, así con mayúscula, y por ello no vamos a dejar de utilizarlo.

Aclarado, pues, a qué nos estamos refiriendo cuando mencionemos dicho vocablo, se tercia hablar de un segundo nivel de concreción, aquel que nos llevaría a hacer distingos entre las diferentes maneras que se han abordado a la hora de interpretar y concretar muchas de sus implicaciones. Y es aquí cuando, por identificación, nos acercamos de manera indubitable hacia la manera como Julius Evola nos ha transmitido los saberes y las concreciones de la Tradición, antes que a la forma en que otros Tradicionalistas lo han hecho. Y es por ello que nos ha resultado muy grato el tener acceso al ensayo que estamos presentado y que de la pluma de Georges Feltrin-Tracol nos presenta los perfiles esenciales que, a nuestro juicio, hacen de la manera en la cual Evola interpretó la Sophia Perennis la más fiel al espíritu intrínseco de ésta y a las plasmaciones que la misma debe tener en el plano físico de la realidad.

Feltrin-Tracol nos presenta al maestro romano como el que no se ha estancado tras exponer el logro que representa el acceso a los planos Metafísicos de la realidad que el Iniciado pugna por realizar en sí, sino que tras ello, tras dicha consecución, (el solve del que hace referencia la tradición hermético-alquímica) Evola ha bregado en sus enseñanzas para exponer que dichos planos Sacros deben impregnar con su influjo a los físicos (y aquí entraría el coagula de la tradición mencionada), esto es, al mundo de aquí abajo, a sus instituciones y organismos y a su entramado político, social y económico, por medio de, como no podía ser de otra forma, la vía de la acción. El Hombre de la Tradición es, pues, un Hombre que no se ha difuminado y evadido en la contemplación de la Metafísica pura sino que tras haberla, en su ser, conquistado es consciente de que su siguiente objetivo es el de lidiar por sacralizar el mundo de aquí abajo; el microcosmos en el que desarrolla nuestra existencia terrenal. Por ello, tras la lucha interna por la transfiguración interior, se implica en la lucha externa y baja a la arena política, involucrándose frontalmente, si las circunstancias lo hicieran posible, o manteniendo las distancias con respecto a ella en esa actitud que el mundo griego antiguo denominó como la de la apoliteia y que no consistía en la despreocupación hacia la ‘res política’ sino el de su consideración con la frialdad que ello precisara ante la imposibilidad de enfrentarse a sus atropellos en épocas terminales,

como la actual, en las que su omnipotencia es tal que más vale utilizar la táctica que en la tradición extremo-oriental se conoció como la de ‘cabalgar el tigre’, en lugar de enfrontarlo de manera suicida, hasta intentar agotarlo para, después, asestarle la puñalada definitiva que ponga fin a su ominosa y tiránica existencia. Y como el autor de nuestro ensayo nos muestra no es otro que el gran intérprete italiano de la Tradición el que ha expuesto los términos de esta cuestión y el que no ha dudado, reiteramos, en bajar a la arena política para fajarse con tirios y troyanos en pos de la Restauración del Orden Tradicional. ¿Qué otros Tradicionalistas lo han hecho y han expuesto sus propuestas al respecto?: ninguno de los primeros espadas que todos conocemos. Ninguno de ellos, a diferencia de Evola, ha escrito obras de clara connotación política, como “Los hombres y las ruinas”, “El fascismo visto desde la Derecha, con notas sobre el III Reich”, el opúsculo “Orientaciones” o artículos como los recopilados en el libro “El Estado Tradicional” o en “Escritos sobre el comunismo”. Ninguno de aquellos Tradicionalistas analizó fenómenos sociales y culturales del momento en el que vivieron, a diferencia de lo que sí hizo el maestro romano en innumerables artículos diseminados en revistas varias y en algunos de sus libros como “Cabalgar el tigre” o “El arco y la clava”. Evola lo hizo porque su identificación con la vía de la acción propia del arquetipo del guerrero, del shatriya de la tradición indoaria, le impulsaba a actuar en este mundo para, cual caballero andante, deshacer los entuertos, las injusticias, los desafueros y las rupturas que el mundo moderno había ocasionado. Restaurar el Orden Tradicional está en las manos de los que por mor de esta vía activa están convencidos de que pueden revertir el desOrden reinante y de que no hay fatalidad que para ellas exista, pues ellos pueden trazar el cauce por el que el río debe transitar y pueden acelerar el fin de esta fase terminal de la Edad de Hierro o Kali-yuga para que un sacro amanecer se enseñoree en una nueva Edad Áurea, en un nuevo Satya-yuga, en una nueva Edad Primordial. Otros Tradicionalistas hicieron y hacen suya la figura del brahman o sacerdote y con la vía pasiva, meramente devocional y piadosa, inherente a éste esperaron y esperan, sumidos en una visión fatalista de los ciclos humanos, que el actual período de disolución finiquite y dé paso, sin que el hombre nada pueda hacer en estos procesos, a la Edad de Oro.

No vamos a entrar a glosar las diferentes doctrinas expuestas por Evola que son estudiadas de forma tan acertada por Feltrin-Tracol. Consideramos que lo expuesto por él resulta de por sí tan interesante que, sencillamente, con remitir a su lectura el lector encontrará la explicación adecuada que de las mismas se requiere, pero sí que no nos resistimos a comentar las comparativas que nos expone Feltrin-Tracol entre Evola y diferentes personajes míticos arquetípicos o diversos modelos humanos existenciales hasta llegar, como llega, a la conclusión de la identificación del maestro trasalpino con uno de éstos en concreto.

Y es que quizás desde un incompleto conocimiento de la obra de Evola alguien pudiera asociar la forma mentis propia de éste, inclinada hacia el arquetipo del guerrero y la consiguiente vía de la acción, con el tipo de hombre fáustico que nos expuso un Goethe o que hicieron suyo los filósofos existencialistas. Nada más desacertada sería esta asociación, pues el hombre fáustico se agita en un frenesí de acción sin sentido, propio del hombre moderno que ha perdido su Ser y que intenta sustituirlo, o más bien no pensar en su pérdida e inexistencia, con la acción por la acción, con la agitación voluptuosa, pues mientras se convulsiona , casi espasmódicamente, no tiene tiempo de ser consciente sobre en cuán vacía es su existencia, en cuán falto de Ser se halla su interior y, así, evita caer en esa ‘angustia existencial’ tan recurrente en la corriente filosófica existencialista. El hombre fáustico actúa por actuar y no movido por aquel ‘hacer lo que debe ser hecho’ del que nos hablan las enseñanzas de los textos del hinduismo a propósito de accionar de acuerdo a la Ley Cósmica; de acuerdo al Dharma.

Al igual que Feltrin-Tracol desmonta esa posible asociación entre la figura de Evola y la del hombre fáustico también hace lo propio con la que podría asociar a nuestro gran intérprete de la Tradición con el hombre prometeico. Y es que Prometeo es un titán y el titán es un ser caracterizado por fuerzas elementales, telúricas, por el instinto, por lo pulsional,… En oposición al titán se halla la figura del dios olímpico, mayestático y portador de la Espiritualidad, en mayúscula: la Espiritualidad Solar. Prometeo roba el fuego del Olimpo y se lo entrega a la humanidad, en un acto que representa el intento de desvelar los grandes misterios, el Conocimiento de los arcanos Metafísicos a todos, sin excepción: tanto a los que por vocación, carácter, voluntad y potencial espiritual (los menos) están en condiciones de recibir dichos misterios

como a la generalidad de los mortales, que no lo están y quedarán cegados, y como fulminados por el rayo de la Verdad Absoluta, ante su visión …una visión del Espíritu Puro a la que los ojos de la mayoría de nuestros congéneres -más apegados, como están, a la materia- no se hallan preparados para recibir.

Incluso más allá, o más acá, de divinidades como Apolo (símbolo de la ‘vía de la mano derecha’ para la realización interior) o Dionisos (representante de la ‘vía de la mano izquierda’) Feltrin-Tracol hace corresponder, a nuestro modo de entender de manera muy acertada, a Evola con Hércules. Para Evola la vía de la acción es aquella que debe recorrer el guerrero para convertirse en Héroe, esto es, para, a través de lo que en determinados periplos Tradicionales se conoció como la Iniciación, recorrer ese camino interior que convierta su plomo original en oro, para pulir esa inicial piedra devastada que la convierta en la piedra filosofal, para, en definitiva, descondicionarse interiormente de todo aquello que lo subyuga, aliena, ata, esclaviza, mediatiza y altera (ataraxia) e ir despertando en sí las fuerzas sutiles (en su segundo nacimiento, o palingénesis) que comparte con el entramado cósmico y que, a su vez, le catapultarán al Despertar del Principio Eterno que, latente y en estado quasi larvario e ignorante de su propia esencia, anida en su interior; en el interior del ser humano. Así, el guerrero que emprendió el camino habrá llegado a ser el Héroe que como Herakles merecerá el Olimpo.

No querríamos concluir esta presentación al trabajo excelente realizado por Feltrin-Tracol sin dejar de mencionar lo sugerente, a la vez que significativo, que nos ha resultado la conexión que ha ido realizando entre diferentes aspectos de las posiciones expuestas por Evola a lo largo de su obra y algunos de los Doce Trabajos, encargados por el rey micénico Euristeo, que el héroe griego tuvo que ir llevando a cabo y superando en su camino hacia la Inmortalidad olímpica.

Eduard Alcántara

eduard_alcantara@hotmail.com



MI CORREO CON EDUARD ALCÁNTARA
febrero 5, 2022, 11:38 am
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Eduard Alcántara: "El Imperium es la forma más acabada y más completa de  organización político-social"El Correo de España

Copiamos a continuación, y también damos acceso en este enlace, por si resulta de interés, una reciente entrevista que se nos ha realizado:

https://miscorreoscongenteinquietante.blogspot.com/2022/01/mi-correo-con-eduard-alcantara.html

MI CORREO CON EDUARD ALCÁNTARA

Cada vez somos más los que, asqueados del mundo moderno y sus dos grandes ideologías dominantes -progresismo y conservadurismo-, nos encontramos en tierra de nadie, tratando de «surfear el kali-yuga» y encontrar otras respuestas en el pensamiento tradicional. Evola me ha servido como excusa para contactar con Eduard Alcántara, un auténtico conocedor de la obra del italiano, que muy amablemente ha contestado a mi formulario.

Hace relativamente poco, meses antes de la «pandemia», apareció tu libro «Evola frente al fatalismo», publicado por EAS y prologado por Gonzalo Rodríguez García. Evola, como Guénon o Chesterton, es una de esas lecturas muy necesarias a la hora de tolerar esta «nueva normalidad» que nos han impuesto desde hace dos años. Personalmente, recomiendo a todo el libro la lectura de «Cabalgar el tigre», quizá su texto más conocido. Me gustaría que nos hicieras una presentación de tu libro, y que justificaras el por qué de la vigencia del pensamiento evoliano en la actualidad.  

El trasunto del libro se ciñe, en buena parte, a una finalidad. La de que, en expresión cara a Evola, un tipo de hombre diferenciado que, como tal, presenta aspiraciones que sobrepasan las meramente contingentes y hace gala de una voluntad que le puede hacer factible la consecución de dichas aspiraciones, no se quede a medio camino en su via remotionis, de realización interior, sino que aspire a alcanzar sus más altas cotas …cotas que consumarán un estado de auténtica y total libertad con respecto a todo límite, condicionamiento, sujeción y atadura. Para este tipo de hombre, por mor de dichos logros interiores, los condicionamientos que, a modo de las ‘circunstancias’ que según Ortega y Gasset afectaban al ‘yo’, a modo de contexto social en el que está inmerso, educación recibida, entorno y/o influencias culturales y/o religiosas o el llamado Destino consustancial a la cosmovisión de tantas culturas y civilizaciones, no tendrán la naturaleza, los citados condicionamientos, de determinismos fatales insalvables. A ese tipo de hombre diferenciado esas circunstancias que le rodean le podrán influir pero no mediatizar en forma determinista y coartadora de la verdadera libertad, que no es otra que la que consiste en el dominio y sosiego del “universo” mental, como paso previo para que esa mente-alma pueda recorrer estadios superiores de la realidad, conocerlos y hacerse, ontológicamente, uno con ellos y para, incluso, que corone la cima que se halla más allá y en el trasunto de ellos: la que representa el Primer Principio eterno y totalmente incondicionado. 

En este libro hemos puesto en valor la vía Tradicional que nos presenta Julius Evola como la que no concede ninguna chance a planteamientos fatalistas, a diferencia de la que nos ofrecen otros autores adscritos a la corriente del llamado ‘pensamiento Tradicional’ o perennialista, los cuales o bien por adherir a planteamientos o tomar conceptos propios de algunas religiosidades de tinte sacerdotal que defienden una concepción fatalmente lineal del transcurrir de la humanidad o bien por defender una visión rígida y casi, podríamos decir, matemática de la doctrina de las cuatro edades (o yugas) no permiten, dichos autores, zafarse de las redes que, para el hombre que aspira a elevarse por encima de lo meramente mundano, teje una concepción fatalista de la existencia.  

En cuanto a la vigencia del pensamiento evoliano deberíamos tener presente dos cuestiones. Una es la del legado imprescindible que supone su obra para todos aquellos que conciban un tipo de hombre no mutilado en su dimensión Trascendente, sino formado por cuerpo, alma/mente y Espíritu. Que conciban un tipo de hombre no animalizado, no circunscrito a las funciones meramente físico-psíquicas sino portador de una semilla de Eternidad que atesoramos con el fin de sacarla de su letargo, de actualizarla en nuestro interior y de darle así a nuestra existencia el sentido más elevado que puede tener. La otra cuestión es la de que Evola parece que es el único autor Tradicionalista que nos ofrece herramientas para no mantener una postura pasiva, sino activa, en la actual situación de marasmo y síncope existencial, cultural, político y Espiritual por la que camina nuestra presente humanidad. En tiempos en los que, en vida de nuestro autor, aún parecía posible darle un rumbo adecuado a las derivas de la modernidad nos ofreció Evola caminos a seguir y en tiempos en los que dicho cambio de rumbo parecía ya prácticamente quimérico también nos expuso medios para actuar y no resignarnos pasiva y fatalmente ante las combustiones de la que ya empezaba a ser incipiente postmodernidad. Nos estamos refiriendo a los que nos planteó en su libro “Cabalgar el tigre”, editado en 1.961 y reeditado, con ciertos añadidos, 10 años después (1.971).

El hecho mismo de que hablemos de esta «nueva fase» ya indica que estamos en un cambio de ciclo, eso es incontestable. No sé si estamos o no en las primeras etapas del llamado «kali-yuga», pero de alguna manera, las locuras generadas alrededor del tema covidiano, no han hecho otra cosa que acelerar el proceso de descomposición de las mal llamadas democracias occidentales. A corto y medio plazo, y centrándonos en un ámbito local, ¿cual crees que es el futuro del proyecto de la UE? 

Sin duda, los mecanismos de control de la población que el tema covidiano ha puesto en marcha apuntan a un proyecto de gobernanza mundial que aspira a acabar con cualquier atisbo de soberanía local que pueda quedar. Por ello, los organismos supranacionales e internacionalistas irán acaparando las cotas de poder a costa de menguar las locales y uno de estos organismos es la UE, por lo que, conjuntamente con otras instituciones mundialistas y globalistas como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la ONU (con sus diferentes  ramificaciones, tales como la UNESCO o la OMS) van camino de acaparar cualquier espacio de soberanía que quede todavía al margen de sus tentáculos.

Este sombrío panorama nos impele a pensar que, en efecto, estamos transitando por una etapa muy avanzada del kali-yuga, pero, siguiendo el legado sapiencial transmitido por Julius Evola, no hay que desfallecer y perder la esperanza de voltear la deletérea situación por la que atravesamos (porque no debe haber visión fatal de la existencia que nos pueda paralizar) sino que, por el contrario, no hay que cejar en lidiar contra el mundo moderno (y este su apéndice: el postmoderno) y, utilizando las herramientas que el maestro transalpino nos mostró en su obra “Cabalgar el tigre”, sin enfrentarnos de cara a una corriente disolvente que nos arrastraría hacia el abismo lidiar el toro de la disolución hasta agotarlo para que cuando esto suceda darle la estocada mortal que acabe con él

Si la pandemia ha tenido algo positivo, es que muchas fuerzas «rebeldes» en Europa han salido a la calle a protestar por las restricciones de sus respectivos gobiernos (confinamientos, cuarentenas, toques de queda, multas, vacunaciones obligatorias, etcétera). Curiosamente, los primeros promotores de estas revueltas han sido fuerzas políticas de carácter tradicional, desde la «alt right» hasta organizaciones identitarias o abiertamente NS/NR. ¿Consideras que Evola, que siempre confió en la generación de un movimiento tradicional a nivel europeo, saludaría estas protestas?  

Sin duda alguna las saludaría, pues, utilizando una locución evoliana, la ecuación personal suya, tal como nos explica en su autobibliografía “El camino del cinabrio”, le viene dada por un doble impulso: hacia lo Trascendente y hacia el arquetipo del guerrero. Por este último nuestro gran intérprete de la Tradición siempre abogó por la ‘vía de la acción’, no solo para encarar el hecho Trascendente sino también los quehaceres inmanentes. A diferencia de la inmensa mayoría de autores Tradicionalistas sí se preocupó -y ocupó- de la política de su tiempo. Se inmiscuyó en ella por tal de intentar que adquiriera un sesgo acorde con los valores y la cosmovisión inherentes a la Tradición. Prueba de ello, amén de infinidad de artículos, son sus libros de carácter político, como “Orientaciones”, “Los hombres y las ruinas” o “El fascismo visto desde la Derecha. Con notas sobre el III Reich”.

Si no estoy equivocado, eres docente, profesor de filosofía, desde hace muchos años. Me gustaría conocer qué sensaciones tienes acerca de las nuevas generaciones. Hay un lugar común que viene a decir que los jóvenes españoles están totalmente alejados de cualquier inquietud de tipo político o filosófico, pero me gustaría conocer tu experiencia al respecto. 

Soy docente, pero mi docencia es, como se solía decir antaño,  la propia de un ‘maestro escuela’. Mi vocación es esta. Cierto es que vocación, podríamos decir, adquirida, pues estuve coqueteando en diversas ocasiones con estudiar Geografía e Historia pero, por diferentes motivos, finalmente renuncié a ello. Pero bueno, a pesar de no estar ejerciendo la docencia con estudiantes de mayor edad en mi centro educativo también se imparten clases de ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos y uno, de vez en cuando, tiene por ello la posibilidad de intercambiar impresiones con alumnos que antes había tenido en la etapa de Educación Primaria y, también, recibe uno comentarios de parte del profesorado que les imparte clases. Sé de algunos estudiantes con inquietudes políticas, la mayoría de estas bastantes superficiales y tengo, igualmente, conocimiento de algunos otros, los menos, que intentan profundizar en la tendencia política que les atrae, pero me temo que la mayoría apenas muestran interés por la política y solo la traen a colación porque se encarte en alguna clase o porque los pocos compañeros interesados en ella la saquen a colación.   

En el caso particular de mi centro educativo tenemos la suerte de tener un profesor de filosofía que sabe motivar a los estudiantes en el estudio de dicha asignatura y que, incluso, ha hecho cambiar los iniciales planes de estudio universitario de alguno de ellos, que iban encaminados a otros derroteros (algunos aun de carácter científico), para abocarlos a la carrera de filosofía. Pero, desgraciadamente, he oído de viva voz a algún muchacho confesarme que le gustaba la filosofía pero que no la iba a estudiar en la universidad porque ella no te posibilitaba el “ganar dinero”… Tristemente esta es la mentalidad mayoritaria que el mundo moderno y el Establishment que lo vehicula, o que es vehiculado por sus corrosivas dinámicas, está insuflando en nuestros jóvenes …una mentalidad pragmática, utilitarista y, en definitiva, materialista. “Ganar dinero” se ha convertido en la principal aspiración de nuestros jóvenes. ¡Qué enorme y triste contraste con las juventudes de otras épocas tristemente periclitadas! Juventudes que soñaban con gestas, con simular al héroe, con luchar para conquistar un mundo mejor y más justo y/o con elevar su alma a las alturas del Espíritu.

Tu último libro, publicado el verano pasado, se titula «Imperium, Eurasia, Hispanidad y Tradición», y está firmado junto al asturiano Carlos X. Blanco y el belga Robert Steuckers, un autor de referencia a la hora de investigar en la llamada «konservative revolution», la nueva derecha o las teorías de Guillaume Faye. ¿En qué consiste exactamente la idea de «Imperium»? ¿Tiene algo que ver con los libros de Francis Parker Yockey? Por último, me gustaría que nos hicieras alguna recomendación, alguna novedad editorial que consideres interesante o relevante. ¿Tienes algún otro proyecto entre manos, de cara a 2022? 

Este libro «Imperium, Eurasia, Hispanidad y Tradición», firmado junto a Carlos X. Blanco y Robert Steuckers constituye la segunda entrega sobre el tema, puesto que poco antes la misma editorial, “Letras Inquietas”, tuvo a bien publicar “El Imperio y la Hispanidad”, que en esta ocasión Carlos X. Blanco (como coordinador del proyecto) y el que esto escribe redactamos junto a Ernesto Ladrón de Guevara, Antonio Moreno Ruiz, José Antonio Bielsa Arbiol, José Francisco Rodríguez Queiruga y Alberto Buela.

La idea de Imperium hay que enmarcarla dentro de los parámetros propios de la Tradición Perenne, la cual concibe el cosmos de forma holística, como un todo armónico y entrelazado. ‘Lo que es arriba es abajo’, rezaba un clásico adagio hermético-alquímico, por lo que siguiendo las herramientas de conocimiento propias de tiempos Sapienciales, tales como la ley de las analogías y las correspondencias, la armonía de las fuerzas sutiles que coordinan el macrocosmos (lo que hay Arriba: las esferas celestes) debe tener su reflejo aquí abajo, en el microcosmos. Y la forma de organización política más semejante a ese Ordo o Rita (a ese orden cósmico) es la del Imperium, concebido como un ente armonizado alrededor de un principio sacro representado y encarnado en la figura del emperador, quien no por el empleo de la fuerza sino por el carisma que sus atributos sacros le confiere aúna alrededor suyo a, dependiendo de las épocas, por un lado, reinos, territorios diversos, principados, ducados, ciudades libres, provincias y por otro lado a cuerpos intermedios de la sociedad, concretados en gremios, cofradías, hermandades,… El emperador se constituye en pontifex al ejercer de puente entre lo celeste y lo terrenal y expande la sacralidad, adquirida a través de procesos iniciáticos, al conjunto del Imperium, imbuyéndolo de lo sacro.

Esta concepción sagrada consustancial al Imperium Tradicional no coincide, pues, con la idea de Imperium que nos presenta Francis Parker Yockey en su magna e interesante obra, ya que esta tiene unas connotaciones más meramente políticas y se centra en un estudio histórico y en planteos y análisis políticos e incluso geopolíticos.

En cuanto a recomendaciones bibliográficas… si son referidas a obras pretéritas el listado sería demasiado extenso en libros y en autores, por lo que, para abreviar, recomendaría, cómo no, la lectura de la obra de Evola, empezando por los libros de carácter, digámoslo así, más político para después, adentrarnos en los de corte más metafísico, pues entrar directamente en la lectura de estos últimos puede resultar bastante complicado a la hora de digerir muchas de las doctrinas expuestas y muchos de los conceptos tratados.   

Si nos centramos en libros recientes tengo en agenda varios que, si el tiempo me lo permite, me gustaría leer. El último del Swami Satyananda Saraswati, buen amigo nuestro, “Las bases del yoga”. También tengo curiosidad por echarme al coleto “El imperio invisible”, de Boris Nad, editado por Hipérbola Janus,  igual que dos libros del argentino Sebastián Porrini “El sacrificio del héroe” y “Cuando los dioses habitaban la tierra” (este en colaboración con Diego Ortega); de Porrini, por cierto, recomendamos -al igual que los anteriores está editado por Matrioska- “Los otros” -este sí leído ya- para todo aquel que quiera saber de los principales autores del perennialismo (¡se habla de hasta 23 de ellos!).

En cuanto a quien esto escribe la Editorial Eas tiene previsto sacarnos en breve un nuevo libro, prologado por nuestro amigo Joan Montcau, que versa sobre temas diversos -unos más, si se puede decir así, de actualidad, otros más históricos y algunos más doctrinales- siempre bajo la óptica que nos suministra la Tradicional Sapiencial. 

http://euro-synergies.hautetfort.com/entretiens/