Julius Evola. Septentrionis Lux


ACTA DE LAS INSALVABLES
julio 15, 2013, 7:33 pm
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-Acerca de las ideas subscritas recientemente por Marcos Ghio a propósito de una «intercambiabilidad» e «indiferenciación» (cuando no franca inversión) de las polaridades Norte-Sur, simplemente denotan que el citado señor definitivamente (y nunca mejor dicho) «ha perdido el Norte», chocando frontalmente con toda la Tradición Esotérica y situándose peligrosamente -por tanto- en el terreno de la anti-tradición.

-Resulta igualmente falso sostener que la idea de una «raza del espíritu» (a la luz de la obra evoliana, considerada a su vez como el reflejo más pristino a nuestra disposición de la Tradición Primordial o Luz del Norte) sea independiente de un substrato biológico. En efecto, la noción misma de «raza» no es un concepto abstracto que se sostenga «en el aire», sino que resulta indivorciable de manera insoslayable, y antes que de cualquier otra cosa, de una expresión psico-física. Así como -por otra parte- todo aquello que encuentra cauce de expresión en el seno de la manifestación está signado por cualidades diferenciadoras, cada tipo racial está caracterizado por potencialidades internas definitorias susceptibles de actualizarse a través de las vías y vocaciones espirituales que le son propias.
En este orden de cosas, Julius Evola precisa claramente que si bien hoy día no puede hablarse de «razas puras», ello no impide que deba ser considerado como un ideal y un objetivo a realizar. Se hace necesario llegar a la fase más oscura de la Edad Oscura para sucumbir a las imperantes fuerzas disolventes y solidarizarse con el impulso de global «uniformidad», racial incluida (el «caos étnico» siempre ha sido considerado un síntoma de un estado de crisis general, pero nunca en las proporciones actuales), a tenor de -por citar un sólo ejemplo- el siguiente texto del Vishnu Purana, Libro VI, cáp. I :

«Los hombres del Kali Yuga pretenderán ignorar las diferencias de razas y el carácter sagrado del matrimonio (que asegura la continuidad de una raza)… Durante el Kali Yuga hombres de cualquier origen se casarán con mujeres de cualquier raza… Ya no se respetará más el linaje de los antepasados…»

-Julius Evola declara igualmente sin ambigüedades que la «arianidad» (no olvidemos -aunque a algunos no les guste- que el término «ario» detentaba originariamente un significado espiritual, aristocrático y racial) es concomitante en primer lugar con el ideal de una alta pureza biológica y de una nobleza de la raza del cuerpo; en segundo lugar, con la idea de una raza del espíritu de tipo solar, con rasgos sacros y simultáneamente regios y heroicos (tan diferente de las espiritualidad contemplativa y la religiosidad devocional-fideísta, por no hablar de los cultos totémicos y/o animistas, característicos de otros troncos raciales con mayor o menor grado de homogeneidad o de hibridación).

-Concordamos con Evola en que son pueblos de origen boreal (nordpolar y circumpolar) los que han sido los únicos portadores de un tipo de espiritualidad solar y que, a tenor del rastreo migratorio de éstos (sustentado, sin ambages, a través de los textos sapienciales y sacros de diferentes tradiciones, y a través del mito y corroborado, incluso, por ciencias modernas como la arqueología), no son otros -estos pueblos solares- más que los indoeuropeos y sus racialmente antecesores (paleoboreales). Asimismo el barón italiano nos expone que las otras actuales razas tendrían o bien, en unos casos, un origen geográfico distinto (lemúrico, sudatlantídeo) o bien, en otros casos, serían el resultado de la hibridación de los pueblos de origen boreal (como los que habrían constituido esa subsede polar en tierras noratlantídeas) con otros afincados en el sur de la Atlántida (como los fínico-mongoloides) y nos explica, asimismo, que estas otras razas no boreales serían portadoras de otras maneras de encarar los misterios de la vida y de la existencia (entiéndase, repetimos, la religiosidad lunar-devocional, la chamánico-totémica o la animista).

-Declaramos asimismo que el dominio iniciático (esotérico-realizador) y el religioso (exotérico-fideísta) pertenecen a órdenes diferentes, y que en todo caso lo menor debe ser dependiente de lo mayor y no a la inversa. Evola se erige como un claro ejemplo de esto último, pues jamás a lo largo de toda su vida se refugió bajo el palio de absolutamente ninguna forma religiosa. Proscribe por tanto la fórmula de la «necesidad de un exoterismo tradicional», tanto más cuando afirma que no existen hoy formas positivas (exotéricas) dadas que tengan un sentido y una verdadera legitimidad en la cual nos podamos  apoyar, y que una «sacralización» de la vida exterior y activa puede acontecer sólo sobre la base de una libre y auténtica orientación interior hacia la trascendencia (inmanente), y no ya hacia uno u otro precepto moral o religioso. Y advierte espresamente contra los «conformismos tradicionalistas» que derivan de adherirse a los exoterismos o religiones fideístas (cualesquiera que éstas sean).

-Afirmamos que las formas modernas de fundamentalismo o integrismo religioso suponen, más que nada, formas de reglamentación totalitaria de la vida sólo acordes para un tipo humano esclavo -por lo incapaz de gobernarse a sí mismo- y no vías para algo que se asemeje a la realización espiritual.

Por supuesto que, como ya es habitual, esperamos la reacción furibunda del citado señor contra lo aquí expresado (que consideramos como una especie de «certificado de calidad»), en el convencimiento de que cuanto más furibunda sea la misma tanto más acertadas resultan las presentes declaraciones.

Septentrionis Lux