Julius Evola. Septentrionis Lux


CORNELIANUM: RUTA HISTÓRICA
noviembre 5, 2023, 4:58 pm
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CORNELIANUM: RUTA HISTÓRICA

“Escribe entonces las cosas que tú has visto, aquellas que son y aquellas que serán de ahora en adelante”.

(Apocalipsis de San Juan I, 19)

“En realidad las construcciones, los castillos, las catedrales y los contratos del Medievo nos dan la idea de la firmeza y de la estabilidad, pero esto deriva justo de la conciencia de que la validez de las cosas venía transferida más en su sentido simbólico que en ellas mismas. Cada ciudad era símbolo de la Jerusalén Celeste, el centro de cada institución humana era percibido en el Cielo, y las fábricas del hombre, bien circunscritas en el tiempo y en el espacio, soberanas en sus límites, daban el sentido de la eternidad”.

(Attilio Mordini, “El Templo del Cristianismo”)

“Llamo a la arquitectura música congelada”.

Johann Wolfgang von Goethe

Cornellá de Llobregat es el municipio de la comarca del Baix Llobregat con más densidad de población, pero dentro de esta ciudad hay una serie de elementos histórico-artísticos y arquitectónicos de gran interés, tanto desde un punto de vista cosmovisional como tradicional e identitario. El mismo nombre de la ciudad es de origen romano -Cornelianum-, y de hecho podremos observar restos de un antiguo asentamiento romano al parecer del Siglo II de nuestra era en los alrededores de la Iglesia de Santa María de Cornellá de la que luego hablaremos, así como del edificio consistorial que hay al lado, descubiertos en fechas relativamente recientes (2009) durante unas obras; dichos restos finalmente fueron protegidos por ley como Bien Cultural de Interés Local. Todos los restos encontrados durante las citadas obras llevadas a cabo en toda la Plaza de la Iglesia -cerámica, hornos, silos, enterramientos-, están considerados por los arqueólogos como el primer núcleo estable de población de Cornelianum, y así continuaría durante todo el periodo medieval como veremos. Una simbiosis entre dos civilizaciones tradicionales y heroico-viriles, una auténtica sucesión de tradiciones aristocráticas y solares que fueron el germen de dicho municipio, siendo la moderna y plutocrática Cornellá de nuestros días una contrafigura paródica y siniestra caricatura de la ciudad sagrada de los orígenes, como ocurre con todas las actuales ciudades tras el advenimiento de la modernidad “humanista” -con su maldita ciencia y técnica demoníaca-, y de la peste democrático-igualitaria, dicho sea de paso… Un pequeño inciso que viene a colación de esto último comentado: ya hemos dicho en otros estudios y artículos, que la democracia realmente no es nada más que un totalitarismo burgués camuflado de “gobierno del pueblo” o, en el peor de los casos, la coartada idolátrica y antitradicional de una burguesía esencialmente criminal y depredadora que arrasa y arrolla todo rastro de tradicionalidad, de belleza y de arte auténtico, convirtiendo así a la naturaleza en un auténtico vertedero; pero aún habría un estadio de la misma que sería (es, pues en ello estamos) el summum de la degradación, de la perversidad y, en definitiva, de la inversión total y diabólica de la pirámide jerárquica social, como decía René Guénon: la democracia de masas, o lo que es igual, el surgimiento de una auténtica subhumanidad -o infrahumanidad- liderada, guiada o teledirigida por la Contra-Tradición. El Quinto Estado, la Era del Paria; la fase más oscura del kali-Yuga o Edad de Hierro. Como decía Ovidio, los hombres de la Edad Crepuscular huirán de la honradez, de la verdad, de la buena fe, etc.; explotarán la tierra en su totalidad rompiendo totalmente con las leyes tradicionales: echemos una ojeada al panorama de disolución general y absoluta que nos rodea en nuestros días, y ya no digamos en las grandes megalópolis de la plutocracia mundialista…

En la ruta circular que varios camaradas de la Hermandad Barcino/Rubricatus efectuamos estos días pasados, visitamos varios puntos de interés. Dirigiéndonos hacia el bello Parque de Can Mercader, primero visitamos la Torre de la Miranda, una torre de planta hexagonal de 27 metros de altura y levantada a finales del siglo XIX como observatorio astronómico y como mirador para las aves; se trata de una curiosa estructura de tipo arquitectónico neomudéjar levantada, simbólicamente, a modo de Axis Mundi -Eje del Mundo-. Continuamos la marcha hasta llegar al Parque de Can Mercader, una zona de impresionante belleza y que originalmente también fue un asentamiento medieval. Es una zona de exuberante vegetación y arbolado, varios lagos artificiales, estatuas, templetes, fuentes, museos, jardines, atracciones para los más pequeños, incluso hay un rocódromo para los que quieran iniciarse en la escalada; destacar principalmente el impresionante Palacio de Can Mercader, construido en la segunda mitad del Siglo XIX por el arquitecto Josep Domínguez Valls, y en cuyo interior hay un museo con infinidad de elementos y objetos arqueológicos pertenecientes a la familia Mercader, una familia de raigambre aristocrática pero finalmente venida a menos, y cuyo cabeza de familia -el Conde de Belloch (1)- era gran aficionado a la arqueología llegando a reunir en su museo personal más de 3000 piezas arqueológicas.

Continuamos la marcha hasta llegar a una pequeña joya de la arquitectura industrial de finales del Siglo XIX: Can Rosés o la Colònia Rosés, una antigua colonia obrera textil que nació y creció al lado del Canal de la Infanta, antigua canalización de aguas del río Llobregat de la primera mitad del XIX, y que abastecía a los campos agrícolas del Baix Llobregat a lo largo de sus casi 18 km de extensión (2). Adentrarse por esta zona a uno le da la impresión de estar en un pequeño pueblo escondido dentro de la gran ciudad, un oasis en medio de una moderna megalópolis, convertida esta última, en términos simbólicos, en un desierto espiritual; un mundo donde “todo se debe planificar en función de la medida común, y casi está democráticamente prohibido mantener un ápice de personalidad humana”, como decía el pensador tradicionalista católico italiano Attilio Mordini.

Las primeras referencias escritas de la ciudad de Cornellá datan de finales del S. X, al parecer ya por entonces había una iglesia y una torre de defensa en un promontorio de la ciudad con privilegiadas vistas al río Llobregat, que en esos momentos de la nuestra Reconquista patria, hacía de frontera entre el mundo cristiano y la barbarie sarracena, las hordas de Mordor de aquellos siglos de lucha, sacrificio y muerte (hoy las hordas de Gog y Magog del Apocalipsis de San Juan). Con los años esa inicial torre de vigilancia fue sustituida por un castillo que hoy en gran parte permanece en pie tras algunas reconstrucciones posteriores con el devenir del tiempo, y objeto de nuestra siguiente visita. Construido en el S. XIII, con el paso de los siglos fue perdiendo con las diversas reconstrucciones su aspecto y carácter de

fortaleza, pareciendo hoy más bien una residencia señorial; actualmente alberga en su interior el Archivo Histórico del municipio que vale la pena visitar. Desde luego su posición estratégica sobre esa elevación o cerro hoy urbanizado le da un aspecto verdaderamente imponente.

Más arriba, dirigiéndonos ya hacia la Plaza de la Iglesia nos encontramos con el edificio consistorial, lo interesante del mismo son unas columnas prerrománicas del S. X que se conservan a la entrada del recinto; se cree que pertenecieron a una iglesia paleocristiana que hubo en esta zona entre los Siglos V y X de nuestra era. Unos metros más adelante tenemos la Iglesia de Santa María de Cornellá; se sabe que originariamente hubo en este lugar una iglesia visigoda, hasta que en el Siglo XI se levantó un templo sobre las ruinas de su antecesora, de carácter románico el mismo. Dicho templo fue reconstruido en la segunda mitad del Siglo XVIII con elementos góticos, hasta que en 1936 fue totalmente destruido por parte de la chusma anarco-marxista durante nuestra Cruzada, con ese odio satánico que siempre ha caracterizado a esta gentuza vil e infernal hacia todo lo sagrado. El Nuevo Estado construyó un nuevo templo entre 1940, año de la colocación de la primera piedra, hasta 1953 con la finalización de las obras del campanario, aunque ya fuera previamente bendecida en mayo de 1948. Ya dijimos más arriba que en los alrededores de dicha iglesia, así como del edificio consistorial, se encuentran restos de los antiguos asentamientos romano y medieval, así como del primitivo templo destruido por la canalla durante la Cruzada. Igualmente encontraremos bellas edificaciones -incluso una masía- por los alrededores del Ayuntamiento, tanto de carácter neoclásico como modernista.

Finalizada la visita a este enclave histórico, nos dirigimos a visitar otro, esta vez el de Esplugues de Llobregat, municipio asentado en las faldas de la Sierra de Collserola, la “Sierra Oscura” como la denominaban los romanos, y también con un patrimonio cultural, histórico y artístico impresionante, pero eso lo dejaremos ya para próximas entregas…

FUERZA HONOR Y TRADICIÓN

Joan Montcau

“Y los tuyos reedificarán las ruinas antiguas; levantarás los cimientos de generaciones pasadas, y te llamarán reparador de brechas, restaurador de calles donde habitar”.

Isaías 58:12

NOTAS:

1.- El Condado de Belloch fue un título nobiliario español creado en 1707 por el archiduque Carlos de Austria (Carlos III), ello a favor de Ramón de Belloch y Macip, Sargento Mayor de Infantería. Así pues el I Conde de Belloch fue partidario ferviente de la causa austracista.

2.- Actualmente esta formidable infraestructura de más de 200 años de antigüedad aún funciona en algunos tramos comprendidos entre Molins de Rei y Cornellá; incluso en la zona agrícola de Cal Trabal en Hospitalet de Llobregat, la única zona agraria que ha sobrevivido (por ahora) en el gigantesco mastodonte plutocrático que es esta ciudad; como decía F. Nietzsche “el desierto avanza…” Por otro lado, Cornellá entre los Siglos XIII y XVIII perteneció a la ciudad de Barcelona, concretamente fue en el año 1716 cuando se separó de Barcelona a raíz del Decreto de Nueva Planta tras la finalización de la Guerra de Sucesión Española con la victoria de la peste borbónica, y con ella, la entrada plena de España en la vorágine de la subversión moderna, enciclopedista y liberal