Julius Evola. Septentrionis Lux


MIGRACIONES Y CICLOS CÓSMICOS EN EL MUNDO INDOEUROPEO TRADICIONAL (Debates)
abril 18, 2014, 11:02 pm
Filed under: Cultura y pensamiento, Eduard Alcántara, Historia, Tradición

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En esta ocasión los párrafos extractados, mayoritariamente, del seno de una serie de debates que obedecen a un hilo conductor caracterizado por una visión Superior de la existencia, son párrafos que siguen la siguiente trama argumental:

El origen de las gentes indoeuropeas se reviste de una naturaleza sacra y a partir de este origen –que puede ser localizado geográficamente- van acaeciendo, de manera paralela, dos acontecimientos. Uno es el hecho de que a partir de dicha residencia originaria se embarcarán, aquellas gentes, en un proceso emigratorio que les llevará a asentarse en amplios, y distantes entre sí, territorios. Y el otro acontecimiento consiste en que, al ´dejarse´ atrapar por la corriente del devenir, de manera progresiva van dándole la espalda a sus orígenes Trascendentes y van, por ende, -a medida que se automutilan su dimensión Superior- decayendo.

 

Este proceso de disolución de valores eternos y Suprasensibles es presentado, de forma muy diáfana, por la doctrina Tradicional de ´las cuatro edades´ (1). (Sobre la concepción cíclica de la existencia que siempre tuvo el hombre indoeuropeo Tradicional, se puede consultar nuestro escrito titulado “Cosmovisiones cíclicas y cosmovisiones lineales” (2).)

 

 

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Si la cultura indoeuropea de los Kurganes es secundaria, cronológicamente, con respecto a la que tuvo lugar en el sur de Escandinavia (Ertebolle, Ellerberck) -y que ha de considerarse como el origen o vagina gentum de los indoeuropeos-, también esta última es secundaria con respecto a la originaria que emana de la casi legendaria Hiperbórea, Thule,… (pueblos blanco-boreales). Y no hay que olvidar otra emigración desde esta sede polar y circumpolar hacia la también quasi legendaria Atlántida, desde la cual, posteriormente, se pasaría, por un lado, al continente americano y, por otro, al sur de Europa, al norte de África y, más allá, llegaría incluso a territorios de los actuales Tibet, de la China y del Japón.

 

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Evola habla de las grandes emigraciones que, desde su lugar originario de procedencia situado al norte de Europa llevaron a cabo los pueblos indoeuropeos. Las primeras, cronológicamente hablando, tienen más reciente en su memoria a la Tradición Primordial y fundan Civilizaciones Tradicionales. Se trata, por un lado, de la emigración que, en diagonal, arranca desde el norte europeo y llega, más o menos, a la India, creando, a su paso y en su punto de arribada, la civilización irania y la védica de la que derivará el hinduismo en sus diferentes manifestaciones. Y, por otro lado, de la emigración que, en vertical, parte de dicho septentrión y se dirige hacia el sur, diversificándose en pueblos como los aqueos, los dorios o, entre otros tantos, los romanos. El tercer gran movimiento migratorio se realiza en una época muy posterior a la de los dos anteriores y, en consecuencia, ha olvidado, en gran parte, los rasgos básicos de la espiritualidad propia de la Tradición Primordial. Se concretiza en gran parte de los pueblos que acabaron dándole el golpe de gracia al ya agonizante Imperio Romano y lo acabaron por invadir. El tipo de espiritualidad que profesaban se encontraba, pues, en proceso de clara decadencia y, por ende, cayeron con cierta facilidad en la fe cristiana. Esto les ocurrió a visigodos, francos y demás pueblos, mayoritariamente, germánicos que, por el contrario, al no tener muy lejano en el tiempo su prolongada estancia en las frías, heladas, inhóspitas y duras tierras del norte de Europa, conservaban grandes cualidades en lo que Evola ha denominado como raza del alma (o de la mente): templaza, espíritu de sacrificio, resistencia ante las adversidades,… Cualidades que les invistieron de grandes dotes guerreras que les llevaron a reinar allá donde había imperado Roma.

 

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Pues sí, los imperios romano y español cayeron. No se trató de obras fruto de intentos ´prometeicos´, sino heroicos. Representan intentos de ese hombre de extracción indoeuropea por restaurar el Orden terrenal o microcósmico (a semejanza del Orden macrocósmico) en plena Edad de Hierro: tarea de Héroes. Cayeron estos imperios, pues la edad férrea no perdona (3).

 

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En todas las tradiciones orales y en todos los textos sagrados a los que muchas de ellas dieron origen siempre se tuvo la certidumbre de que el Hombre del origen, receptáculo consciente de la esencia divina, iría progresivamente lapidando su espiritualidad hasta embrutecerse por completo. Simbólicamente, para representar este proceso, se hablaba del paso de una Edad de Oro o Satya-yuga de los orígenes a una Edad de Hierro o Kali-yuga en los momentos de mayor materialización y animalización del ser humano; pasando por unas intermedias Edad de Plata o Trêtâ-yuga y Edad de Bronce o Dwâpara-yuga. (4)

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Si se pregunta ¿en qué época histórica pervive el Mundo Tradicional?, se debe responder que dentro de lo que se conoce como la Historia la Tradición lucha por no ser erradicada, ya que el período de la Historia acontece en la Edad de Hierro, del Lobo o Kali-yuga. Pero a pesar de este inmenso obstáculo resurge, como Ciclos Heroicos, continuamente de sus cenizas hasta, aproximadamente (y, para facilitar explicaciones, nos ceñiremos a Europa), que acaba el Medievo (en algunos lugares éste concluye
antes de las fechas ´oficiales´ del s. XV y en otros como España aún se alargaría durante todo el XVI). Finito el Medioevo (5) pocos vestigios visibles del Mundo Tradicional se pueden otear.

 

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Indagar manifestaciones de la Tradición a lo largo de la Prehistoria resulta mucho más complicado y, queramos o no, casi nos queda sólo fiarnos de lo que nos explican los grandes textos sagrados (apabullantemente coincidentes en multitud de detalles) propios de muchas civilizaciones y/o espiritualidades. La Edad Dorada habría acontecido en Hiperbórea, Thule, el Aryianem Vaejo iranio, la Isla Blanca, la Montaña Blanca, el monte Mêru indoario,…
¿Cuándo aconteció esta Edad de Oro? Pues si atendemos a René Guénon, la Edad de Oro, Satya-Yuga o Krita-Yuga tiene una duración de 25.920 años, la Edad de Plata o Trêtâ-Yuga 19.440, la Edad de Bronce o Dwâpara-Yuga 12.960 y la Edad de Hierro, del Lobo o Kali-Yuga 6.480. Igualmente afirma el autor francés que estamos en una fase avanzada del Kali-Yuga. Si seguimos, pues, al autor francés nos podríamos hacer una idea aproximada sobre cuánto tiempo hace que aconteció la Edad Áurea; por lo menos la última Edad Áurea, ya que se entiende que estas edades se van repitiendo cíclicamente. Nótese que la duración de cada edad sigue una proporción de 4, 3, 2, 1. (6)

La Edad de Oro se correspondería con la Tradición Primordial, pero no olvidemos que tras periclitar ésta han acontecido Ciclos Heroicos que han logrado, durante un tiempo, nadar a contracorriente y detener momentáneamente el proceso involutivo …instaurando, de este modo, el Orden Tradicional perdido.

 

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NOTAS:

(1) Puede consultarse el cap. II de nuestra obra Reflexiones contra la modernidad (Ediciones Camzo)Capítulo que lleva por título Los ciclos heroicosLa doctrina de las 4 edades, de la regresión de las castas y la libertad en Evola y que puede también ser leído en:https://septentrionis.wordpress.com/2009/02/08/los-ciclos-heroicos/

(2) Primer capítulo de nuestro citado libro. El cual puede también encontrarse en: https://septentrionis.wordpress.com/2009/07/27/cosmovisiones-ciclicas-y-cosmovisiones-lineales/

(3) Léase nuestro trabajo “El Imperium a la Luz de la Tradición” (Op. cit., cap. IV). Igualmente puede hallarse en: https://septentrionis.wordpress.com/2009/02/08/el-imperium-a-la-luz-de-la-tradicion/

(4) Extraído de nuestro escrito “Contra el darwinismo”: https://septentrionis.wordpress.com/2009/02/19/contra-el-darwinismo/

(5) De hecho los últimos siglos de la Edad Media representan una agonía del mejor y más genuino espíritu medieval …agonía que se ve acelerada tras la fecha paradigmática de 1.314, cuando el último Gran Maestre de la Orden del Temple, Jacques de Molay, es quemado en París.

(6) “Contrariamente a Guénon, Evola nunca habló de la duración de cada yuga o edad, porque para el gran intérprete romano (aunque siciliano de nacimiento) de la Tradición ello suponía un cierto tic fatalista de no poca consideración. Datar el año exacto de inicio y fin de una Edad comporta no creer en que el hombre, si se lo propone, puede convertirse en protagonista de su andadura existencial y de la andadura de sus comunidades. Pues el hombre es libre para Despertar al igual que lo es para condenarse. Sin duda la duración de cada yuga que hemos visto, párrafos atrás, en Guénon anda en relación directa con las dinámicas propias de las fuerzas sutiles que forman el entramado del Cosmos y que pueden adoptar un cariz disolvente para el hombre o, por contra, reintegrador de su Unidad perdida. De estas dinámicas nos habla el I Ching o Libro de las Mutaciones y entiende, asimismo, una deriva del mismo cual es el Tao-tê-king de Lao-tsé. Según estas enseñanzas aportadas por ambas fuentes Tradicionales de Ciencia Sagrada llega un momento en el que la expansión de ciertas fuerzas catagógicas o alienantes llega a tal punto que deberá detenerse, para después retroceder y dejar que el espacio que habían ocupado pase a ser enseñoreado por fuerzas de índole anagógica o Elevadora. Se habría, de esta manera, puesto punto y final al kali-yuga para dar paso a otro nuevo ciclo humano o manvântara con el inicio de una nueva Edad de Oro o Satya-yuga (Edad de Sat -Ser, en sánscrito). Sin duda en la mentalidad de Evola datar con exactitud cuándo estos cambios cósmicos acontecen significaba anular el protagonismo y la libertad del hombre a la hora de trazar el cauce de su andadura. Para el maestro italiano se trataba de aprovechar los estertores del predominio de las fuerzas catagógicas para ponerle fin a su hegemonía cuanto antes mejor. Y se trataba, asimismo, de acabar con la pasividad fatalista del hombre moderno con el objeto de que dichos estertores no se alargaran más allá de lo que los textos Tradicionales habían calculado (sin duda, de modo aproximativo). Por otro lado, volvemos a reincidir en el tema clave de este ensayo en el sentido de que incluso en pleno auge hegemónico de fuerzas disolventes el hombre no debe renunciar a la gesta Heroica de Reconstituir en sí mismo la Unidad perdida y de Restaurar el Ordo Tradicional (sea, eso es otro cantar, de manera más o menos duradera).” (extractado del cap. III de nuestro libro Reflexiones contra la modernidad, titulado Evola frente al fatalismo, que puede ser también consultado en: https://septentrionis.wordpress.com/2010/08/19/evola-frente-al-fatalismo/)

 

Eduard Alcántara

eduard_alcantara@hotmail.com