Julius Evola. Septentrionis Lux


Los hijos del viento
noviembre 27, 2009, 11:38 am
Filed under: De otros sitios..., Metafísica

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TEOLOGÍA DE LA HISTORIA

Invoco al fuego que preside el sacrificio
y sólo escucho máquinas grises.
Invoco al Padre del Cielo
y las palabras se detienen en el humo.
Espero el viento que no llega
y el agua cristalina que no fluye.
Cerca estaban los Dioses
en el origen del los tiempos,
lucharon en Mag Tured
y en Troya,
se aparearon con los mortales
y les mandaron beneficios.
Ellos confiaron el fuego sagrado a los atletas
la espada azul del Rey
y el caldero de los druidas.
Pero los hombres tomaron el camino fácil,
perdieron la plenitud,
el entusiasmo,
y abandonaron su luz más secreta.
Ahora el desierto crece
los bosques están en el recuerdo,
ya casi olvidados,
la tierra se agrieta
y los Dioses huyen.
Bajo el gran azul,
sobre las cimas nevadas,
miran a veces los Dioses.
Donde antes había héroes
ahora sólo se ven cerdos.
El hombre ha perdido su ser,
su última luz
vuela por el cielo
hasta el Padre Zeus
que la esconde en la boca del Dragón.
Desde el lejano Avalón
sobre el agua del océano,
oyen a veces los Dioses.
Donde antes se escuchaban palabras
ahora suenan gruñidos.
La poesía se escapa
sobre el viento del mar
al caldero de los Dioses.
Ogmio pone el caldero tras el Dragón.
Desde la sagrada Thule,
sobre el viento del Norte,
sienten a veces los Dioses.
Donde antes reinaba el equilibrio de la espada,
ahora sólo hay tumultos sin sentido.
La espada luminosa
huye del vómito político.
Wotan hunde Excalibur en la piedra
y la pone delante del Dragón.
Ahora
toda luz está ausente.
Desde el fondo de las sombras
me queda al menos hacer
sacrificios de palabras a los Dioses
en la noche sagrada.

EXCALIBUR

Lejos del hedor de lo moderno,
mas allá de las chusmas,
el Iniciado sigue la ruta de los Dioses.
Allí la noche aún posee,
muy escondido en su soledad,
el reflejo de la espada.
Cada camino es una prueba,
cada paso es un peligro,
pero nada puede detener
a los amantes de la luz.
La espada es la guía,
en ella quedan
susurros de vida
perdidos en el viento,
en ella está
la secreta armonía
que ha soñado el infinito,
en ella está
grabada para siempre
la palabra del orígen.
Sólo la luz del ser
es capaz de abrir el entusiasmo.
He visto la espada azul
en la cima de la montaña,
he entrado en la noche de los Dioses
después de muchos caminos.
Pero las sombras me devuelven
a la ciudad donde falta la palabra.

Estas dos poesías heróicas han sido extraídas de un pequeño y extraño pero bello librito escrito hace ya más de veinte años -concretamente en 1988- titulado «Los Hijos del Viento», una serie de sentencias, aforismos y máximas, además de unas cuantas bellas poesías, que sintetizan a la perfección lo que es nuestra VISION DIVINA DEL MUNDO -«Gottelswelttanschauung»-. Ni que decir tiene que dicho librito pasó totalmente inadvertido en esta época de esterilidad, imbecilidad, salvajismo y nulidad total de los hombres-masa, tan dados ellos al consumo de basura pseudo-intelectual de todo tipo (los nauseabundos «best-seller» del Sistema).

Janus Montsalvat



dedicado a todos los disidentes
noviembre 14, 2009, 3:06 pm
Filed under: Ética y valores, De otros sitios...

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Ser disidente

Ser disidente es llevar una espada de luz por los laberintos de la edad oscura.

Ser disidente es sentir a cada paso la soledad de la estirpe, aprentando nuestros corazones.

Ser disidente es optar por las alturas y también por los abismos.

Ser disidente es tallar escrituras sagradas sobre nuestra piel.

Ser disidente es arrojarse sobre el acero desnudo de la espada.

Ser disidente es volver siempre a las ciudades perdidas.

Ser disidente es haber perdido el sol de la Atlántida y recobrarlo en los hielos lejanos del Sur.

Ser disidente es ver el rostro de hueso de nuestros muertos como un espejo blanco en las tinieblas cotidianas.

Ser disidente es disentir con los dioses  si éstos nos son adversos.

Ser disidente es ocupar las calles, hasta dominarlas.

Ser disidente es el mármol, el músculo, la piedra, el fuego, la montaña y los caminos.

Ser disidente es el último lobo de Europa en la caverna, el águila dormida en las alturas, el ciervo bramando en la profundidad de los bosques.

Ser disidente es dormir sobre puñales y despertar iluminado por los ojos de los niños de Dresde, de Berlín y de Hiroshima.

Ser disidente es asediar el tiempo del silencio, con banderas que estallan acercándose en el viento.

Ser disidente es ser siempre el último en retroceder y el primero en avanzar.

Ser disidente es ser el último hombre de pie, si es necesario, con el sol por testigo y la llama eterna de los nuestros por bandera.

 

Juan Pablo Vitali



La falange, un movimiento mítico-poético y heroico-viril
noviembre 14, 2009, 3:02 pm
Filed under: Janus Montsalvat, Metapolítica, Política

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«Nosotros tenemos que volver a ordenar a España desde las estrellas».

Cuando aquel gran caudillo hispánico que fue José Antonio Primo de Rivera, síntesis de trovador y de señor feudal, pronunció esta bella frase en uno de sus magníficos discursos -y que en este mundo pestilente, sub-humano y groseramente materialista y anti/contra-espiritual causaría una mezcla de asombro, extrañeza, risa y repugnancia-, no hacía nada más que encuadrar la doctrina falangista dentro de lo que los antiguos germánicos denominaban GOTTELSWELTANSCHAUUNG, «Visión Divina del Mundo», por ello los líderes históricos de la Falange primigenia afirmaban que su doctrina «es inmortal porque es la expresión de la Justicia Divina en el Siglo» (Manuel Hedilla, discurso 24-XII-1936).

Simbólicamente, José Antonio nos quería dar a entender que el falangismo no era la creación más o menos genial de determinados personajes históricos, sino la emanación por irradiación (Simbolismo del Principio Supremo manifestado), más o menos potente, de un Centro espiritual metafísico y metahistórico.

Cuando José Antonio afirmaba que su Falange histórica -nacida quizás por razones meramente políticas y coyunturales- terminara confundiéndose con la «Falange Eterna», es decir, con el mítico y legendario «Reino del Grial» del Medievo gibelino -centro iniciático que conserva el legado de la Tradición Primordial y al que sólo acceden los elegidos-, simbólicamente ello significaba que el color azul (en el simbolismo esotérico de los colores, el azul significa la Verdad Divina manifestada a los hombres) de su Movimiento acabara asimilándose con el de la Patria Celeste residencia de los Dioses y donde los mejores «hacen guardia sobre los luceros». Precisamente el azul fue el color simbólico de Hiperbórea, Patria mítica de nuestros ancestros y Centro Supremo de la Humanidad en la Edad de Oro.

El Haz de Cinco -número simbólico del hombre primordial- Flechas Solares señalan el Camino que lleva a las estrellas, así como la doble puerta solar representadas en el Yugo -la salida y puesta del Sol- nos señalan el origen mítico, metafísico y metahistórico de la doctrina falangista. La Rosa prendida en el Haz, otro símbolo falangista, simboliza el renacimiento espiritual -el alumbramiento del «Sí interior» contra el «Yo egótico»-, el despertar del Hombre Interior -con razón Antonio Medrano habla de que lo que se trata en realidad es de INSISTIR (vivir hacia adentro, en torno a un Centro metafísico simbolizado por el Corazón) más que de EXISTIR (vivir hacia afuera, descentrado y desorientado, muy típico del hombre-masa de la Modernidad)-: el nacimiento del Hombre Nuevo. Mientras el mundo moderno, ya en plena fase de disolución y descomposición diabólicas, siga existiendo , la Revolución de la Falange siempre estará pendiente…

A continuación reproduciremos una serie de textos de la Falange Histórica -verdadera muestra de falangismo metafísico y solar- que nos señalan ese simbólico «Camino hacia las estrellas» -«Creemos en la aurora, en las estrellas y en los trigos» decía el falangista Utrera Molina- al que sólo tienen acceso los mejores, es el DEVA-YANA de la tradición indo-aria, la «Vía de los Dioses»:

«España es para nosotros el fragmento más entrañable de este Cosmos, una parte bien lograda en el Universo, que quiere vivir y realizar la armonía divina, repitiendo rítmicamente la Naturaleza del todo, en la gran traslación imperial hacia la unidad de destino, y en la rotación y revolución nacional de su conciencia irrenunciable. Ni la Patria es indiferente al Orden Universal, ni las Artes pueden ser indiferentes al Orden de la Patria».

Rafael Sánchez Mazas, 1940.

«En la amanecida inmortal de España, crecerán espigas de sangre, se amasará con ellas el pan nuevo que será pan de sangre; y cuando nuestros hijos coman de ese pan sobre la mesa de la Patria, arrojados fuera los cobardes y los sacrílegos, la generación de nuestros hijos será la generación Nacionalsindicalista invencible y activa; porque toda la tierra de España, palmo a palmo, está teñida de nuestra sangre, que es trigo eterno y semilla fecundadora; y nosotros tenemos la dura y gloriosa misión de abrir el surco, de sembrar y de morir; y bajaremos a la tumba con el ademán impasible y el rumor alegre de las canciones viejas».

Antonio Díaz Rodríguez, 1938.

«La conciencia de pertenecer a un pueblo elegido, está presente en la interpretación de nuestra guerra como Cruzada y de España como pueblo llamado a salvar al hombre moderno del abismo en el que se haya caído».

F. Javier Conde, 1942.

«La concepción falangista tiene un perfil ardiente y heroico. Es dura. Hombres ganados con transigencias, con tácticas suaves no nos sirven. Habladles claro, sed resueltos y violentos en vuestras palabras y en vuestras obras (son las «negaciones absolutas y las afirmaciones soberanas» de las que hablaba el gran Donoso Cortés y no la bazofia humanitario-pacifista que predica la Gran Prostituta. Perdón por el inciso). No ocultéis a nadie vuestra misión. Hay que batirse con nobleza de cara: el que tenga miedo, que lo diga. Que llegue a todos por vosotros un estilo y una manera de ser. NO aguantéis a nadie; no hagáis concesiones, odiad las medias tintas, las transigencias y las retiradas. Vuestros primeros hombres han de responder a estas condiciones y estar formados en este espíritu; preferid uno eficaz a muchos medianos».

José Antonio Girón, 1943. Hacia una Nueva Aristocracia.

«Las grandes capitales» y «los grandes capitales» -super-urbanismo y gran capitalismo- siguen siendo los enemigos de la humanidad labradora. El labrador se juega con esfuerzo heroico su cosecha, a las vueltas del tiempo, en la rueda del año. Pero en esta ruleta de las cuatro estaciones, en este tablero al cual pone su vida el labrador, la Ciudad y la Banca tienen los ceros. El campo es una víctima de los tahúres de la Ciudad y de la Banca».

Rafael Sánchez Mazas. «Esquema de una política de aldea», 1935.

«Cuando el Estado se encuentra en la sima, cuando las instituciones están podridas, abandonadas o deshechas, cuando la situación nacional es deplorable, cuando un pueblo, como pasaba en España (y pasa ahora, añadimos nosotros), ha renunciado a su destino cobardemente; cuando un pueblo, como sucedía con el nuestro, se ha dejado arrebatar todas sus instituciones sin un tiro de defensa; cuando un pueblo se declara vencido, está postrado, entonces el empujón que le renueva, la violencia que le saca de quicio, la revolución que le perturba, sólo le puede lanzar por el camino ascensional de la grandeza».

Dionisio Ridruejo, 1938.

«Entrar en la Falange equivale a entrar en un orden religioso. En una formación dinámica de cuerpo y alma… Todo en nosotros se ha supeditado al mantenimiento de un frente moral. Nuestras ideas sobre la Patria, la conducta, la economía, el estilo, la historia, la política, la sociedad, el hombre, han dependido únicamente de unos imperativos morales. Esta moral no consiste en una moral utilitaria, ni palabrera, ni patriótica, ni nostálgica, ni sentimental, ni llorona, sino en una moral religiosa de fraternidad y de justicia (como decía Évola, hay que diferenciar entre la «pequeña moral», vomitiva y despreciable, de la plebe, de la «gran moral» de los señores). Parte la Falange de una CONCEPCION TOTAL DEL MUNDO Y DEL HOMBRE, de una concepción clásica y cristiana, que asumímos por entero en sus imperativos de hoy frente a la realidad histórica. Es una manera de concebir a Dios, al Mundo, al Cielo y a la Tierra, al Espíritu y al Cuerpo, a la Idea y a la Acción, por una convinción inseparable de que la vida humana debe ser regulada por una sabiduría que la trasciende, por fines que la trascienden, y, en primer lugar, por una sabiduría divina, por un Dios ordenador, sin el cual no concebimos la Naturaleza ni la Historia».

Rafael Sánchez Mazas, 1933.

«La revolución que queremos consiste en volver a la auténtica jerarquía de los valores, en saber, sencillamente, que por encima de nosotros está la Patria y por encima de la Patria está Dios, en saber que el hombre no puede ser esclavo del hombre ni del dinero, que sobre la verdad económica existe la verdad teológica y que la verdad teológica nos dice que no es justo que haya quien se muera de hambre, mientras otros disfrutan de todos los lujos. En una palabra, la revolución que nosotros queremos es la revolución de las ideas, que, al fin y al cabo, es la única que marca rumbo y huella en la marcha de los pueblos».

José Luis de Arrese, 1940.

«Nuestra revolución es la del espíritu contra la materia. De la armonía contra el número. De la calidad contra la cantidad. De los cuerpos sociales contra las colectividades puramente numéricas. De la nación viva contra la patria sin alma».

José Antonio. 1935.

 

 

Como veis, camaradas, la selección de sólo unos cuantos textos de la Falange histórica -la verdadera-, nos muestran el abismo doctrinal, metafísico y existencial que separan a ésta de todas las Pseudo-falanges que surgieron posteriormente y hasta nuestros días, y no digamos de esa gentuza «abierta a la izquierda» y «políticamente correcta» que ni siquiera han tenido el ESTILO -algo sagrado para la Falange primigenia- a la hora de elegir unas siglas; evidentemente nos estamos refiriendo a esa caricatura paródica, grotesca y diabólica que es la FEA (siglas de Falange Española… «Auténtica»).

SEMPER FIDELIS.

Janus Montsalvat