Julius Evola. Septentrionis Lux


SAN CARLOMAGNO
abril 20, 2024, 11:21 am
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SAN CARLOMAGNO

                                               Imperator Romanorum

   Para los historicistas modernos la etapa conocida como Edad Media, en términos convencionales, tuvo un milenio de duración; concretamente entre la caída del Imperio Romano de Occidente (476) y la caída del Imperio Romano de Oriente (1453), pero habría que matizar ambas fechas. Partiendo de la cosmovisión tradicional y desde la doctrina sapiencial del mundo y de la existencia, para nosotros la verdadera ecúmene medieval tuvo lugar entre el áureo reinado de San Carlomagno y el triunfo definitivo del güelfismo en el Siglo XIV que abriría las puertas del luciferismo humanista y de la superstición progresista moderna; esto último fue el principio de la ruptura de Occidente con la Tradición Primordial. Así pues, el Medievo fue para nosotros el verdadero RENACIMIENTO, y no lo que vino después del derrumbe de esa verdadera «Edad del Centro» que fue el Medievo; una verdadera Revolución Tradicional instauradora de un nuevo Ciclo Heroico en Occidente. El 25 de diciembre del año 800 San Carlomagno fue coronado Emperador de Occidente por el Papa León III en la Basílica de San Pedro, naciendo el Sacro Imperio Romano. En la misma fecha en que la antigua paganidad romana celebraba el Dies Natalis Solis Invictus, en la misma fecha del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Sol de Justicia y Héroe Universal de todos los Ciclos Humanos, el Imperio Romano de Occidente era Restauratio y Continuatio, ello a través de la extraordinaria figura legendaria, mítica y metahistórica de ese gran Santo y Emperador Sagrado amante de las reliquias -de las que le gustaba portar y rodearse desde muy pequeño-, y cuya festividad tradicionalmente se celebraba el 28 de Enero, fecha de su muerte. El Emperador Carlomagno fue canonizado en Aquisgrán por el arzobispo de Colonia en el año 1165, y aunque su nombre no aparezca en el Martirologio Romano, desde el año 1176 se tolera su veneración como Beato; finalmente el Papa Benedicto XIV aprobó su culto en el siglo XVIII, refiriéndose a él con el título de Beato… Todos sabemos la aversión y repugnancia que el güelfismo vaticanista, sobre todo desde el triunfo de la subversión humanista y de la aberración democrático-progresista en el seno de la Catolicidad, ha sentido y siente por los Santos Guerreros y por los Emperadores y Reyes sagrados, por todo lo que simbolice virilidad, combate y espíritu de lucha y de conquista; con razón el gran pensador rumano Vintila Horia dijo en su día que, desde los Siglos XIV-XV el verdadero Cristianismo poco a poco ha ido siendo sustituido por el demoníaco Humanismo (y de ahí a la actual inmundicia tiránica postmoderna y transhumanista sólo había un paso). Hoy nos encontramos en una nueva época de caos, de absoluto hundimiento, de derrumbe, de descomposición a todos los niveles parecidos a los tiempos oscuros que siguieron al hundimiento del Imperio Romano de Occidente en el Siglo V, volveremos a las catacumbas como los primeros cristianos en medio de un mundo enloquecido presa de la barbarie homicida y la demencia titánica y telúrico-demoníaca, pero algún día ese Imperio Sagrado volverá a ser restaurado por el Rey que vendrá, el Rey Sagrado y Universal del que el gran San Carlomagno fue uno de sus más dignos precursores o avatares. La Cueva o la Catacumba como lugar de ocultamiento y de resistencia, sí, pero también de resurrección, de renacimiento espiritual: «Por ti serán reedificadas las antiguas ruinas, tú levantarás los fundamentos de las generaciones pasadas, se te nombrará reparador de brechas y restaurador de los caminos y calles para habitar» (Isaías 58:12).

Monograma de Carlomagno:

Joan Montcau


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